San Francisco de Campeche, Campeche.- Anteriormente, en TRIBUNA te contamos que en México se han documentado diversos casos de miasis, una infección provocada por el gusano barrenador. Recientemente trascendió la noticia de la muerte de una mujer de 86 años, quien desarrolló dicha afección poco antes de fallecer, lo que activó las alarmas entre la población. Pero, ¿realmente murió a causa de esta enfermedad?
La Secretaría de Salud (Ssa), encabezada por David Kershenobich, emitió un informe en el que confirmó cuál fue la causa de muerte de la paciente y descartó que haya sido provocada directamente por la infección parasitaria. Según el reporte oficial, la mujer falleció por complicaciones oncológicas, tras una lucha de más de una década contra el cáncer de piel, específicamente carcinoma epidermoide invasor.
Por otro lado, la dependencia detalló que la paciente también enfrentaba otras afecciones crónicas, como la hipertensión arterial sistémica. Aunque reconoció que la mujer sí desarrolló una infección provocada por el gusano barrenador, se aclaró que fue detectada y tratada oportunamente, y que incluso finalizó su tratamiento de forma adecuada, por lo que no habría fallecido por esta afectación.
En el mismo comunicado, la Ssa confirmó que los familiares de la paciente reportaron su fallecimiento el 21 de julio de 2025, señalando claramente que la causa de muerte fue el cáncer. Este pronunciamiento se dio luego de que se difundiera que la Secretaría de Salud Federal había atribuido el fallecimiento a complicaciones derivadas de la infección causada por el mencionado parásito.
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¿Qué es la infección por gusano barrenador?
La miasis es una infestación provocada por las larvas de la mosca Cochliomyia hominivorax, las cuales se alimentan de tejido vivo. Aunque este insecto afecta principalmente al ganado, también puede infestar a seres humanos, alojándose en heridas abiertas y supurantes. Uno de sus síntomas más característicos es el aroma a putrefacción proveniente de la lesión. La infección se manifiesta con fiebre, depresión, inapetencia, pérdida de peso y, en animales, disminución en la producción láctea. Aunque grave, el tratamiento oportuno puede contener su avance en personas.
Fuentes: Tribuna
