OPINION

El peligro de la represión política

Columna de opinión de Bulmaro PachecoCréditos: TRIBUNA
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La reelección presidencial fue uno de los grandes problemas de México durante casi todo el siglo XIX y principios del XX.

Las ocasiones que gobernó Antonio López de Santa Ana (1833-1855), las reelecciones de Benito Juárez (1858-1872) y los más de 30 años de gobierno de Porfirio Díaz (1877-1881 y 1884-1911) generaron innumerables tensiones y problemas que desembocaron en inestabilidad política, en un largo período histórico del México independiente y el de la Reforma.

No en balde el lema revolucionario de Madero que prendió ante la población fue: “Sufragio Efectivo. no Reelección”.

Ya triunfante el coahuilense, promovió la reforma a la Constitución de 1857 para prohibir la reelección presidencial el 28 de febrero de 1911.

Venustiano Carranza la ratificó en la Constitución de 1917 al tiempo que eliminaba la Vicepresidencia, otra fuente de innumerables conflictos y tensiones políticas durante muchos años. Tiempos aquellos de golpes de Estado (Madero y Carranza) exilios y asesinatos frecuentes (Zapata, Villa, Diéguez, Alvarado, Serrano, Gómez). ¿La causa? La transmisión del poder; el gran problema del México de esos años.

A finales del período presidencial de Calles volvió a tomar forma el tema de la reelección presidencial, promovida por la corriente Obregonista en el Poder Legislativo. La decisión generó tensiones y oposición abierta.

Al terminar su período presidencial en diciembre de 1924, Álvaro Obregón cambió de residencia a la Ciudad de México —estableció su domicilio en Navojoa—, ya había comprado tierras en Cajeme, concretamente en el Náinari, y experimentaba diversos proyectos productivos promoviendo la agricultura y la industrialización del Valle del Yaqui.

Ahí recibía a numerosos visitantes con quienes platicaba e intercambiaba opiniones acerca de los problemas de México. También mantenía una intensa correspondencia con el presidente Plutarco Elías Calles, donde lo mismo le informaba de ofertas de tierras para la siembra en el valle, que le hacía comentarios sobre política nacional.

El rumor sobre la probable reelección de Obregón comenzó a fortalecerse en 1926 en el Poder Legislativo y se concretó con la reforma del artículo 83 constitucional del 22 de enero de 1927, que estableció: “el presidente no podía ser reelecto para el período inmediato. Pasado éste, podrá desempeñar nuevamente el cargo de presidente, solo por un período más. Terminando el segundo período de ejercicio, quedará definitivamente incapacitado para ser electo y desempeñar el cargo de presidente en cualquier tiempo”. Obregón fue asesinado el 17 de julio de 1928. El país entró en una grave crisis política y constitucional que duró 7 años. La reelección presidencial se cerró con una nueva reforma del artículo 83, el 29 de abril de 1933, que hasta ahora, permanece intacta.

Dice Fix Zamudio: “Desde entonces hasta la fecha, salvo el intento de Obregón, el principio de la no reelección puede considerarse una regla de oro del Estado mexicano. En la conciencia de cada uno de nosotros existe la firme creencia de que la No reelección es un mecanismo anti caudillista eficaz en cuanto limita de manera temporal la duración del Poder del Ejecutivo, para evitar el humano pero pernicioso sentimiento de los gobernantes de prolongarse en el mando. Cada vez que la opinión pública percibe barruntos reeleccionistas, reacciona con justificada alarma, porque para los mexicanos, democracia y renovación periódica del mando son sinónimos de nuestra vida política”. La no reelección es: “El mentís constitucional más rotundo, a la doctrina de los hombres necesarios”.

El fantasma de la reelección volvió a surgir en el gobierno de Miguel Alemán. Al respecto, y consultado por colaboradores cercanos del presidente Alemán, el general Cárdenas expresaría: “Considero que solo falsos amigos del C. presidente Alemán desean se reelija. Reconozco en él la suficiente inteligencia para no admitir su continuidad al frente del gobierno y que sabrá contribuir con su ejemplo a fortalecer los principios democráticos que empiezan a ejercerse en el país, y no permitirá se aliente de nuevo la falsa teoría de los hombres indispensables en el poder”.

En el gobierno de Luis Echeverría y en un acto campesino en Veracruz el titular del DAAC mencionó la necesidad de la reelección del presidente Echeverría. Era el año 1974; tiempo de definiciones.

En febrero de 1975, Jesús Reyes Heroles, a la sazón presidente del PRI, respondería a esos intentos afirmando: “Cuando se ha realizado alguna reforma que, por circunstancias temporales, históricamente concretas, parece hechas para un hombre —permitir la reelección de 1928—, se ha debido reformar la reforma. De ahí aprendimos a no reformar para un hombre, por históricamente conveniente que parezca, a saber que reformas hechas para personas, niegan principios, quebrantan instituciones y nos apartan de nuestro sendero… Por lo consiguiente, aquellos aturdidos que pretenden la reelección lesionan a la Revolución, niegan nuestras instituciones y ofenden al revolucionario Luis Echeverría, dando lugar a un mal mayor que el que desean hacer aquellos que siniestramente la propalan.”

Recientemente el Senador de Morena Félix Salgado Macedonio ha reabierto el expediente de la reelección argumentando la posibilidad de que López Obrador se reelija, a pesar de que termina su período el último día de septiembre de 2024. Salgado debe conocer que la Constitución reformada en 1933 establece: “El ciudadano que haya desempeñado el cargo de presidente de la República, electo popularmente, o con el carácter de interino o sustituto, o asuma provisionalmente la titularidad del Ejecutivo Federal, en ningún caso y por ningún motivo podrá volver a desempeñar ese puesto” (art. 83).

Después de observar lo que desde el gobierno y su partido están haciendo para promover la revocación de mandato y poniendo todo el aparato de Estado a favor de esa causa, de tratar de eliminar al árbitro electoral y de apoderarse del resto de las instituciones nacionales que tanto trabajo ha costado consolidar, surgen las dudas y los temores, como ya ocurrió en otras etapas de la historia de México, de que en la autollamada 4T pudieran escuchar el canto de las sirenas y empezaran a promover la reelección del Ejecutivo federal. Antes lo veíamos imposible, ahora no tanto. Porque empezaron a colonizar el aparato de Estado y a “limpiar del pasado a las instituciones”, con la CNDH, algunas posiciones en la Suprema Corte de Justicia, después el Banco de México, al que el Ejecutivo reemplazó revelando medidas de política monetaria que solo corresponden a la institución, algo que ningún Presidente había hecho antes. También buscaron ampliar el período del gobernador Bonilla de Baja California y el de Arturo Zaldívar al frente de la judicatura, puro despropósito.

Dice Werner Muller: El populismo siempre tiende a apropiarse del aparato de Estado, fomenta la corrupción y el clientelismo de masas con intercambio de beneficios materiales y favores burocráticos, y trata de suprimir a la sociedad civil, fomenta el conflicto y alienta la polarización y tratan a sus opositores políticos como “enemigos del pueblo” y buscan excluirlos de todo”.Posterior al evento de la la revocación (ratificación) de mandato, —que en la práctica solo será una medición de la fuerza política de Morena y el gobierno de cara a la elección del 2024—. Algunos aturdidos promoverán la reelección del Presidente, otros la desaparición del INE y el Tribunal Electoral. Por lo que vemos, nada bien pinta el último tramo del gobierno de la autollamada 4 T. Ya se verá.

bulmarop@gmail.com