Culiacán, Sinaloa. - El pasado 9 de enero se cumplieron cuatro meses desde que estalló la disputa entre las facciones criminales conocidas como Los Chapitos y La Mayiza, en una pugna que ha dejado un rastro de muertes, desapariciones y devastación económica en Sinaloa. Este conflicto, que ha convertido a la entidad en un epicentro de violencia, no solo ha cobrado vidas, sino que también ha impactado profundamente la estabilidad social y económica de la región.
Durante este tiempo, la población ha vivido con temor ante las múltiples manifestaciones de brutalidad. Desde cuerpos desmembrados en espacios públicos hasta bloqueos carreteros, incendios y grafitis alusivos a ambos grupos, el estado ha sido testigo de escenas desgarradoras que se han replicado en la prensa y las redes sociales.
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Según las autoridades, el conflicto entre estas células del cártel de Sinaloa se recrudeció tras un presunto engaño que facilitó el traslado de Ismael El Mayo Zambada a Estados Unidos. Este movimiento habría sido orquestado por Joaquín Guzmán López, uno de Los Chapitos, lo que desató una guerra interna sin tregua.
Además de los asesinatos públicos que han captado la atención mediática, una cifra alarmante subraya otra dimensión del conflicto: las muertes de personas no identificadas ni reclamadas por sus familias. De acuerdo con datos de la Fiscalía General del Estado (FGE), entre septiembre de 2024 y enero de 2025, se registraron 57 cuerpos bajo custodia del Servicio Médico Forense (Semefo) que permanecen en el anonimato.
En los primeros días de la violencia, siete cuerpos fueron recuperados en diversos puntos del estado, incluyendo una clínica del IMSS en Culiacán y varias carreteras y colonias. Octubre marcó un punto crítico, con 34 cuerpos sin identificar ingresados al Semefo, una cifra casi cinco veces mayor que en septiembre. En noviembre, los servicios forenses sumaron 12 casos más, incluidos hallazgos de restos óseos y prendas de ropa abandonadas.
Para diciembre, aunque la cifra de cadáveres no identificados descendió a cuatro, la brutalidad continuó. Uno de los cuerpos fue hallado carbonizado, mientras que los otros tres, todos hombres, aparecieron en diversos puntos de Culiacán, como Costa Rica, Providencia y un campo de béisbol en Tres Ríos.
El impacto de esta guerra interna va más allá de los números fríos. La inseguridad ha paralizado negocios, afectado el turismo y sembrado el miedo en las comunidades. Las carreteras bloqueadas y los incendios han dificultado el transporte de mercancías, y la violencia ha dejado a familias enteras en duelo y a muchas más en incertidumbre sobre el paradero de sus seres queridos.
Mientras la pugna entre Los Chapitos y La Mayiza persiste, Sinaloa sigue atrapado en un ciclo de violencia que no solo pone en riesgo la seguridad de su población, sino también su futuro económico y social. Las autoridades enfrentan el desafío de restaurar la paz en una entidad marcada por el legado del narcotráfico y la lucha constante por el control territorial. El saldo, tras estos cuatro meses, es una herida abierta que parece lejos de cicatrizar.
Fuente: Tribuna