Cajeme, Sonora.- Mediante el discurso oficial, el gobierno pretende hacer creer que la violencia sigue a la baja, que este país ya no es controlado por el crimen organizado y que pronto tendremos la tan prometida paz. Pero lo cierto es que, en cinco años de gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), las cifras son las que desnudan una estrategia federal de seguridad que no termina de entenderse: es el sexenio con más asesinatos, más desaparecidos y se acerca a empatar al de Felipe Calderón en cuanto a masacres.
No hay día que un crimen de alto impacto no sacuda a un país cuyos ciudadanos ya ven como parte del paisaje a la violencia. Ya no asombra si en Guanajuato la tasa de homicidios es de diez al día, o si en el Estado de México (EDOMEX) se denuncian diez mil delitos al día, o si en Tamaulipas desaparece una caravana completa de migrantes. Si en cualquier colonia del sur de Cajeme (en Sonora) asesinan a dos o tres, únicamente pasa a engrosar una estadística, no a ser realmente parte de un problema que la autoridad decida enfrentar con acciones decisivas, más allá del envío sistemático de militares o marinos.
Te podría interesar
La situación realmente nunca mejoró, siempre estuvimos enfrentando la realidad con eufemismos y de esa manera no hay forma de que se logre algo, no hay manera de ser serios mediante una política de ver hacia otro lado”, explica la activista María Elena Morera.
Y mientras la sangre sigue derramándose, el crimen organizado aprovecha esta laxitud del gobierno federal para, cada vez, ocupar más espacios dentro del entramado social. Es de todos conocido cómo los cárteles han expandido sus negocios a la par del tráfico de drogas.
Y no sólo en asuntos ilícitos como el tráfico de personas o la venta de mercancía pirata, sino también en lo lícito como la producción de limón, aguacate, fresa o en la pesca, como ocurre en Colima, Michoacán, Guanajuato o Sonora. Si nos vamos a los números, el drama se entiende con claridad.
De acuerdo al último reporte del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), hubo 2,404 homicidios dolosos en octubre, equivalentes a 77.5 diarios, equivalentes a uno cada 7.5 horas. Si bien sí hubo 78 menos que en septiembre o 60 menos que en agosto, es el peor octubre desde que López Obrador gobierna; durante el sexenio del tabasqueño, el mes que menos asesinatos tuvo fue febrero del 2022 con 2,258, pero, considerando que sólo tuvo 28 días, el promedio de caídos por día (80.6) fue superior a los 77.5 de este último octubre.
Preocupante
Cuando no es Cajeme donde estalla la violencia es Guaymas, y si no, Nogales, Caborca, San Luis Río Colorado e incluso Hermosillo salen al quite. Porque en el estado la situación es delicada, y las acciones emprendidas por el gobierno federal no han terminado por funcionar.
De acuerdo al SESNSP, octubre fue un mes aciago para la entidad, pues la variación de la incidencia delictiva creció 13.6 por ciento con respecto a la de septiembre, colocándose como la segunda más alta, sólo por debajo de Chiapas, un estado cuya guerra de los cárteles por el control de la migración, lo tiene en un espiral de violencia.
Si esta incidencia se compara con octubre del año pasado, el aumento es de 29.6%, la más alta del país, tan grande que es más del doble de la cifra de Baja California (12.9%), segundo lugar nacional; si se compara con la media nacional, que creció tan sólo 1.5% en el periodo, no hay color que matice la problemática. De las 2,404 víctimas de homicidio doloso registradas oficialmente, 112 fueron en Sonora, que en décimo sitio entre las entidades, promedió 3.6 homicidios al día; si el comparativo se da en casos por cada cien mil habitantes, la entidad avanza una casilla, colocándose en el noveno sitio con una tasa de 3.52, más del doble que la nacional que es de 1.83.
De esta manera, mientras el país logró reducir su porcentaje de variación de casos de homicidio de septiembre a octubre (-4.8%), Sonora lo aumentó en 13.1%.
Fuente: Tribuna