París, Francia.- Durante mucho tiempo, París ha sido una ciudad de soñadores: basta con mirar la Torre Eiffel, que durante décadas fue la estructura más alta del mundo. La audacia también sustenta los planes de la capital francesa para sus primeros Juegos Olímpicos en un siglo, que se inauguran con una ceremonia de apertura para la historia.
La inauguración olímpica más extensa y elaborada de la historia, una espectacular gala el viernes por la noche en el río Sena, que incluso el presidente francés, Emmanuel Macron dice que inicialmente se sintió como “una idea loca y no muy seria”, da inicio a 16 días de competencia que prometen ser innovadores, con casi todos los rincones de la ciudad albergando algún aspecto de competencia.
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Después de dos Juegos Olímpicos moderados y obstaculizados por la pandemia, se espera una celebración audaz. La embriagadora unión del deporte y la capital de la moda, la gastronomía y la cultura de Francia, de renombre mundial, también podría ayudar a asegurar el futuro a largo plazo de los Juegos Olímpicos.
Los organizadores olímpicos estaban luchando por encontrar ciudades anfitrionas adecuadas para sus Juegos de Verano insignia cuando se decidieron por París en 2017, atraídos por su promesa de innovaciones y el potencial de la ciudad del romance para reavivar el amor por los Juegos Olímpicos, especialmente con el público más joven que tiene tantas otras opciones de entretenimiento.
Las penas del pasado y del presente
La ciudad, que ha sido golpeada repetidamente por ataques extremistas mortales, tiene que proteger a 10 mil 500 atletas y millones de visitantes. El contexto internacional de las guerras en Ucrania y Gaza añade capas de complicación a los gigantescos esfuerzos de seguridad.
Las fuerzas especiales de élite francesas forman parte del destacamento de seguridad de la delegación israelí.
Aun así, si todo va bien, París espera ser recordada como un antes y un después de los Juegos Olímpicos.
Los primeros Juegos con un número casi igual de hombres y mujeres, un avance que ha tardado mucho en llegar desde que 22 mujeres fueron aceptadas por primera vez como olímpicas hace 124 años, también en París, darán un paso más hacia la alineación de los Juegos Olímpicos con el mundo post-#MeToo.
París también espera tranquilizar a la Generación Z y más allá con la puesta en escena de Juegos que sean menos contaminantes, más sostenibles y más socialmente virtuosos que sus predecesores.
Muchas de las sedes deportivas son temporales, porque París no quería repetir el error de las anteriores sedes olímpicas que construyeron nuevos estadios y luego no les dieron uso.
Con los monumentos icónicos de París como telón de fondo (voleibol de playa a la sombra de la Torre Eiffel) y el breakdance sumados a una creciente lista de deportes olímpicos dirigidos a audiencias jóvenes, se esperan muchos momentos virales en Instagram, TikTok y otros lugares.
Las multitudes volverán por primera vez desde que la pandemia de coronavirus obligó a Tokio a retrasar sus Juegos a 2021 y mantener alejados a los espectadores, y los Juegos de Invierno de Beijing en 2022, cuando China estaba bloqueada.
El galardonado director de teatro francés Thomas Jolly convertirá el centro de París en un escenario al aire libre para la ceremonia de apertura que se extenderá hasta el atardecer y mostrará a Francia, su gente y su historia. La Torre Eiffel de 330 metros de altura seguramente ocupará un lugar destacado.
Se espera que cientos de miles de personas, incluidas 320 mil personas que pagaron y recibieron invitados, se alineen en las orillas del Sena mientras los atletas desfilan a lo largo del río en botes.
Durante el espectáculo, una zona de exclusión aérea que se extiende por 150 kilómetros alrededor de la capital cerrará los cielos de París, vigilada por aviones de combate, vuelos de vigilancia Awacs para monitorear el espacio aéreo, aviones no tripulados de vigilancia, helicópteros que pueden transportar francotiradores y equipos de desactivación de drones.
De París, hasta el Pacífico
El lugar más lejano está al otro lado del mundo, en el territorio francés de Tahití, en el Pacífico, donde los surfistas olímpicos competirán en las famosas olas gigantes que se forman por primera vez en los cinturones de tormentas de la Antártida.
Hasta 45 mil policías y gendarmes, además de 10 mil soldados, salvaguardan París y sus suburbios que, en conjunto, albergan la mayoría de los 32 deportes que coronarán a los campeones olímpicos en 329 eventos de medalla.
Las medallas de oro, plata y bronce que entregarán están incrustadas con un trozo de hierro pulido hexagonal tomado de la Torre Eiffel.
Legado olímpico
Limitar las nuevas construcciones ha ahorrado dinero y, según los organizadores de París, ha contribuido a su objetivo de reducir a la mitad la huella de carbono general de los Juegos en comparación con Londres en 2012 y Río en 2016.
Entre las nuevas sedes, se espera que un centro acuático olímpico en Seine Saint-Denis ayude a ese suburbio desfavorecido del norte de París a enseñar a nadar a más niños.
Los organizadores franceses argumentan que los Juegos dejarán impactos positivos en París mucho después de que los atletas olímpicos y paralímpicos que seguirán del 28 de agosto al 8 de septiembre se hayan ido.
Se espera que una costosa y compleja limpieza del contaminado Sena, acelerada antes de la fecha límite de los Juegos, reabra el río a la natación pública el próximo año, después de que los nadadores olímpicos de maratón y triatletas hayan competido en él.
Los costos
Con costos totales estimados de alrededor de 9 mil millones de euros (9 mil 700 millones de dólares), más de la mitad de los patrocinadores, la venta de entradas y otros fondos no públicos, los gastos de París hasta ahora son menores que los de Tokio, Río y Londres.
Una vez que los fuegos artificiales de la ceremonia de apertura se hayan convertido en recuerdos, la Ciudad de la Luz se convertirá en el patio de recreo de los atletas olímpicos.
La superestrella de la gimnasia estadounidense Simon Biles está de regreso. El fenómeno del baloncesto nacido en Francia, Victor Wembanyama, llevará esperanzas a casa en su cuerpo de 2.24 metros. Los atletas ucranianos y palestinos tienen puntos que quieren demostrar sobre el conflicto, la resiliencia y el sacrificio que van más allá de los ámbitos del deporte.
Los pocos afortunados ganarán medallas. Muchos desearán haber ido más alto, más rápido y más fuerte.
Pero, juntos, siempre tendrán a París.
Fuente: Tribuna