Chihuahua, Chihuahua.- El pasado 4 de mayo de 2013, autoridades de Chihuahua encontraron dos cuerpos carbonizados quienes fueron víctimas de su propia hija.
Los nombres de los cadáveres son, Efrén y Albertina Enríquez, ambos de 90 años quienes hace 16 años atrás habían adoptado a una niña llamada Ana Carolina López Enríquez.
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Cuando Ana era una adolescente a los 16 años, reportó la desaparición de sus padres ante los policías, declarando que los perdió de vista y no supo más de ellos. Consiguió ganarse la compasión de las autoridades por ser menor de edad y huérfana nuevamente sin tener algún otro familiar.
José Alberto Grajeda, novio de la delincuente, no resistió a la presión en el momento que tenía que dar su testimonio y terminó confesando que él, su novia y otra persona más, son los culpables del terrible asesinato de los ancianos. La razón del crimen, fue que Carolina pidió prestado el auto y dinero para casarse, a lo cual sus padres adoptivos le negaron rotundamente.
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Grajeda mencionó, que Ana Carolina y Mauro Domínguez, esperaron a que su padre saliera de casa para pedirle a Albertina en la cocina, que le ayudara a buscar un ingrediente, en ese momento, Mauro la sometió por la espalda y fue asfixiada con un cable, finalmente le inyectaron veneno para ratas y cloro.
Cuando regresó Efrén, fue llamado también en la cocina, siendo ahora el novio de Ana quien lo asesinó. Después del trágico homicidio, se fueron a cenar hot dogs y regresaron a tomar cervezas, durmieron y al siguiente día se llevaron los cuerpos en un auto al paraje donde fueron quemados.
Según estudios psicológicos de la joven, es considerada una asesina extremadamente peligrosa pues a los 5 años fue liberada y comenta que no se arrepiente en lo absoluto de lo que hizo.
Fuente: Infobae