Cajeme, Sonora.- El 2023 será el quinto y penúltimo año de la administración que encabeza Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y pinta para convertirse en el más problemático, al menos en materia económica, dado que los pronósticos de expertos e instituciones no tienen nada de halagüeños.
Los malos augurios crecieron después de que la Cámara de Diputados aprobara sin cambiarle una coma al Presupuesto de Egresos 2023; ahí Morena aprovechó su mayoría calificada, por lo que la única barrera para lograr un paquete económico más equilibrado recae en el Senado, donde el partido oficial no es mayoría.
Los problemas principales del presupuesto planteado por el gobierno federal son varios, pero dos de ellos encendieron las alarmas: la deuda que prevé México contratará y la sensible reducción a varios aspectos fundamentales de la administración pública, todo para pagar los multimillonarios costos del Tren Maya y la Refinería Dos Bocas.
El análisis general prevé que la deuda llegue al 49.4% del Producto Interno Bruto (PIB), que si bien se encuentra por debajo del promedio de los países que integran la Organización para la Cooperación del Desarrollo Económico (OCDE) que es de 95%, así como del promedio de los países emergentes (67%), el problema está en qué se pretende utilizar estos recursos.
La organización México Evalúa analizó el proyecto y detalló que uno de los principales riesgos es que “Hacienda parece saber que la inflación y las tasas de interés se mantendrán elevadas; por eso en 2023 espera un costo financiero de la deuda de 1.07 billones, 13.6% mayor que el estimado al cierre de 2022”.
Es decir, el pasivo previsto se solicitaría para tapar huecos y no para el desarrollo nacional ni para la inversión social.
Esta situación empujará el Balance Primario a números negativos, es decir, se tendrá que recurrir a pagar la deuda pasada”, añade el documento de México Evalúa.
Cuestionables prioridades
Insabi, IMSS Bienestar y el Fondo de Salud para el Bienestar (Fonsabi) serán acuchillados pese a las promesas gubernamentales de ofrecer servicios de salud de primer mundo para los ciudadanos. En el caso del primero, tendrá 6.8% menos recursos, mientras el segundo disminuirá sus ingresos en 17%.
Donde no hubo manera fue para el Fonsabi, el cual prevén desaparecer pese a que atiende enfermedades y procedimientos de alto costo (cáncer, VIH, trasplantes y malformaciones), por ende, es indispensable para la población vulnerable.
Mientras claramente la salud no es prioridad, no ocurre lo mismo con las mega obras emprendidas por el sexenio actual, ni por los programas sociales con etiqueta morenista. De hecho, uno de cada cinco pesos dirigidos a la inversión pública se irá a los proyectos predilectos de la Presidencia, mientras que, si lo llevamos a los montos totales, hasta el 10% de la erogación total terminará en el Tren Maya, la Refinería y similares.
Este interés se refleja en los estados que saldrán ganadores en 2023, que las finanzas federales les consentirán en detrimento del resto. Los primeros serán los estados del sur, básicamente aquellos por donde se prevé que el Tren Maya pasará; en promedio tendrán más de 50% más inversión que en años anteriores.
Por otro lado, en 2023 se alcanzarán dos nuevas marcas en el gasto de programas sociales, lo cual México Evalúa lamenta, y no porque la inversión social sea mala, sino porque, “lamentablemente no será en el monto total de apoyos o en la gobernanza de los mismos, sino en la concentración de recursos y en su incorrecta clasificación geográfica”.
El proyecto prevé un gasto en subsidios de 951 mil millones de pesos.
Inflación y depreciación
Otro síntoma de la economía nacional que preocupa sensiblemente está en la inflación. Este año ésta ya ha provocado severos daños a los bolsillos ciudadanos y por lo que se prevé, el 2023 no será un año sencillo con respecto al fenómeno.
Las previsiones de Banamex, BBVA y otras empresas financieras hablan de una inflación de entre 4 y 6% para el siguiente año, lo que al esperado 8.5% anual general del 2022, podría dejar el incremento bianual en casi 15%, un drama para millones de familias.
Si a esto se le suman los análisis de certificadoras y evaluadoras internacionales de que el peso podría depreciarse hasta en 20% al cierre del año (Moody’s la última), la crisis se generaliza. Por si fuera poco, mientras el gobierno prevé un crecimiento del PIB en 3%, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o la OCDE hablan de 1.3 a 1.5% como máximo.
Fuente: Tribuna