Ciudad de México.- Durante el siglo pasado México se caracterizó por ser uno de los países más limpios del mundo. Sin embargo, esto cambió con la explosión demográfica, pues los niveles de contaminación aumentaron de manera exponencial, es el caso del dióxido de carbono (CO2), el cual ha provocado alertas en la Ciudad de México. Pero ahora el causante de la preocupación de los científicos es el amoníaco (NH3), cuyos niveles en el aire de la CDMX son preocupantes y representan un riesgo para los capitalinos.
De acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México, en 2016 se emitieron 1.39 millones de toneladas de contaminantes en la capital, de las cuales 47 mil 717 fueron de amoníaco. De acuerdo con estudios realizados en Estados Unidos y Canadá, a partir de 1990 la presencia de este compuesto ha incrementado en el aire y además del dióxido de oxígeno o el ozono, también se le considera como parte de la lluvia ácida.
Este gas es precursor de partículas contaminantes en la atmósfera y se reporta como parte de la famosa lluvia ácida, la cual afecta a la cadena biológica en la tierra, el mar, la vegetación y la forma de vida del ser humano. Un problema ambiental que se suma al cambio climático y que lleva al planeta a un claro deterioro. Muchos podrían pensar que mojarse con agua ácida no es un problema. Sin embargo, los efectos en el cuerpo van desde afectaciones al cabello y la piel, esto derivado de un pH menor a 4.5, hasta el desarrollo de enfermedades respiratorias como el asma, lo anterior en casos donde la persona tiene una predisposición a contraerla.
En cuanto a los árboles de la Ciudad de México, el panorama es menos alentador, pues la acidez de la lluvia destruye la capa de protección de sus hojas, situación que permite a los parásitos y plagas atacarlos, algo que puede terminar en su muerte. Un caso como este es la famosa Palma de Paseo de la Reforma, la cual tuvo que ser retirada de la famosa glorieta, pues estaba infectada con un hongo presente en la mayoría de la vegetación de la capital, y fue reemplazada por un ahuehuete en julio pasado, algo que causó las críticas de la población.
En este sentido Jennifer Murphy, investigadora de la Universidad de Toronto, alertó sobre el aumento en la presencia de amoníaco en el aire de la Ciudad de México y aseguró que esto debe ser un objetivo de revisión para indagar si existe relación entre las emisiones y las partículas. Además, explicó la naturaleza de este compuesto, el cual se forma por un átomo de nitrógeno y tres de hidrógeno. Este se genera en los trópicos y zonas agrícolas donde se utilizan fertilizantes ricos en nitrógeno.
Fuente: Tribuna