Ciudad de México.- Un pequeño traslado, de casa hacia la tienda del barrio, no tuvo retorno. José, el hijo de Ana María fue secuestrado por un grupo de hombres tan sólo doce horas después de regresar a Cajeme desde Guadalajara, a donde se fue cuatro meses antes a trabajar.
Hasta hoy se desconoce su paradero. Su madre, como decenas más, escarba con sus manos la tierra de un país que se convirtió en una fosa común. El por qué de su desaparición es un misterio, como lo es el de cientos de miles más, muchos de ellos jóvenes, cuyo único problema fue, precisamente, sumar pocos años.
Porque en México, ser joven es sinónimo de riesgo. El crimen organizado se ha encargado de enrarecer y volver peligroso el pertenecer a este sector social.
José Manuel Valenzuela Arce, investigador del Colegio de la Frontera Norte y del Colegio de México, habla de una precarización de los jóvenes, lo que puede explicar “la muerte sistemática, persistente y artera de jóvenes, que son vistos como sujetos desechables”, dice.
El académico acuñó el término “juvenicidio” para hacer referencia a la barbarie que vive el país, pero sobre todo sus jóvenes.
En muchos casos son usados como carne de cañón; se trata de presas fáciles, que dentro de las células criminales son concebidos como prescindibles, como desechables. El reclutamiento suele ser sencillo, pero los resultados terribles”, dice Héctor Hernández, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México.
De acuerdo con la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), alrededor de 35 mil niñas, niños y adolescentes son parte de grupos delictivos organizados. A esta cifra hay que sumarle aquellas víctimas que fueron secuestrados, violentados o asesinados.
- Escalofriante
La organización México Unido Contra la Delincuencia (MUCD) elaboró un detallado registro de atrocidades en contra de la juventud en México, dándose a conocer que de 2016 al 2021, 74 mil 24 jóvenes fueron asesinados, 2470 localizados muertos o 24 mil han desaparecido.
Del 2018 al 2021, es decir, en la mitad del sexenio actual, los asesinatos de jóvenes suman ya 40 mil menores de 29 años, lo que significa un incremento de 149% si se compara con los primeros tres años de Felipe Calderón y 73% con respecto al gobierno de Peña Nieto.
De hecho, el 2019 se batió el récord histórico y se convirtió en el año más brutal para los jóvenes, pues 13 mil 638 fueron asesinados.
El asunto es tan grave que el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) revela que entre el 2021 y el 2022 los delitos contra personas menores de 18 años pasaron de 27,801 a 33,221, es decir experimentaron un incremento de casi veinte por ciento.
Debemos reconocer la crisis que hay en un país que no puede garantizar a sus jóvenes la menor certeza; ya no hablamos de que les asegure la posibilidad de gozar de sus derechos, sino que les asegure que nadie les arrebatará la vida o irá en contra de su integridad por mero deseo, por la total impunidad”, explica la investigadora Leonor Gómez.
Para dar cuenta de la tiranía de la violencia que se vive entre la juventud está el dato de los 2,233 personas entre los 15 y los 19 años víctimas de homicidio.
- Fracaso
Aunque el presidente López Obrador insiste, un día sí y otro también, que los programas sociales dirigidos a los jóvenes han cambiado la realidad de millones, alejándolos del crimen, las drogas y la violencia, los datos y el análisis dictan otra cosa.
El gobierno federal ha gastado (hasta enero de este año) 91 mil millones de pesos en becas y apoyos para jóvenes, pero estos programas no han logrado proteger al sector de la violencia, pues en al menos quince entidades, los índices de violencia contra aquellos menores a 30 años han crecido desmesuradamente.
No se ha entendido que el crimen organizado opera de manera distinta a lo visto previamente, que su influencia en las zonas urbanas es muy diferente a la que tiene en áreas más rurales; con todo esto, pese a que tiene una serie grande de instrumentos, hay muchos lugares donde la violencia criminal es mucho más fuerte que el Estado”, dice el activista y académico Carlos Cruz.
Llevamos ya dos o tres generaciones de jóvenes que están viviendo bajo la lluvia de balas del narco; hay muchos lugares ser joven es extremadamente peligroso”, explica David Saucedo, investigador de la violencia en México.
Por su parte, Lisa Sánchez, investigadora de MUCD, explicó que los datos que arrojan los análisis indican que “la violencia está generando un gran impacto en generaciones de niños y jóvenes que estamos perdiendo, debido a una serie de decisiones y de políticas públicas que ha tomado el Estado mexicano en los últimos gobiernos”.
Llevamos ya dos o tres generaciones de jóvenes que están viviendo bajo la lluvia de balas del narco; hay muchos lugares ser joven es extremadamente peligroso”, David Saucedo, Investigador.
Debemos reconocer la crisis que hay en un país que no puede garantizar a sus jóvenes la menor certeza”, Leonor Gómez, Académica.
Las políticas de prevención y los servicios públicos de atención a niños, niñas, adolescentes y sus familias están siendo insuficientes para detener el uso de la violencia entre jóvenes”, Lisa Sánchez, Investigadora MUCD.
Fuente: Tribuna