Ciudad de México.- El presidente Andrés Manuel López Obrador ha basado su gobierno en tres pilares: los programas sociales, la militarización del Estado y en sus megaobras, cinco proyectos gigantescos y multimillonarios que, a meses de que culmine el sexenio, no están terminados. Hasta el momento, el gobierno federal ha invertido más de 500 mil millones de pesos en estas fastuosas obras, cuyos resultados no sólo son opacos sino magros.
Por ejemplo, el Tren Maya, con el que el presidente prometió que desarrollaría el sureste y convertiría el proyecto en una referencia mundial, no ha sido culminado, apenas ha transportado a menos de 30 mil personas y tuvo un enorme sobrecosto, que actualmente va ya en 320 mil millones de pesos.
Luego está el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) que costó 84 mil millones y apenas ha sido utilizado por 3.5 millones de pasajeros; de hecho, tarda un mes en operar los vuelos que el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México tiene en un solo día. Mención especial merece la megafarmacia: costó 219 millones de pesos y, hasta el último reporte apenas surtió 67 recetas, sin resolver, evidentemente, la crisis de desabasto que México sufre desde inicios del sexenio.
No se puede olvidar Mexicana de Aviación, la aerolínea adquirida hace unos meses para competir en el mercado nacional: cuatro mil millones de pesos para vender sólo 15 mil boletos, realizando vuelos con un solo pasajero. Si fuese poco, está la refinería Dos Bocas, que, dos años después de su inauguración, sigue con promesas de que producirá al cien por ciento de su capacidad un día de estos: su costo fue de 150 mil millones de pesos.
Puro Cuento
En términos económicos, el aeropuerto está operando en números rojos. Esto es una carga para el erario público, y, a través del presupuesto, hemos visto que el Gobierno planea seguir asignando recursos al AIFA, porque no ha generado la dinámica suficiente para ser autosostenible", explica Leonardo Nuñez, investigador de Mexicanos Contra la Corrupción.
Pero ese espacio no es el único bajo este modelo, de hecho, lo son todos, pero lo que importa más, de acuerdo con Gustavo López-Montiel, catedrático del Tecnológico de Monterrey, es que la narrativa sea la que desea el presidente, aunque las obras no terminen por ser prácticas ni útiles.
"Lo que importa es que en la narrativa oficial ya son obras terminadas. En el caso de la refinería, ni hablar, se inauguró, pero al final no tiene la capacidad todavía para producir y va a tardar un rato todavía. El AIFA está generando más vuelos, pero con la presión, obviamente, que está generado a partir del otro aeropuerto, el AICM. El Tren Maya mucha gente no sabe que está incompleto, pero eso no importa... para él (las obras) ya están terminadas”, destaca.
De ahí que, señalan los expertos, el presidente apure las inauguraciones, aunque las obras no estén concluidas y, peor, se tengan que subsidiar las operaciones, aunque el erario sufra enormes boquetes a causa de esto. "Hemos visto cómo miles de millones de pesos se van a subsidiar estas obras, que no terminan por ser más que fondos enormes y oscuros de dinero que bien podría usarse en aspectos o políticas mucho más urgentes", explica el analista Rodrigo Morales de la Universidad Iberoamericana.
En el último trienio, López Obrador ha inaugurado los diferentes proyectos, justificando su lentitud y no puesta a punto con que "necesitan tiempo para consolidarse". Hasta el momento ninguna de las cinco obras está concluida ni funciona al cien por ciento. "Son obras que se inician en una primera etapa y poco a poco se van concluyendo... Lo hacemos porque así empujamos para avanzar, para apurarnos, terminar, no dejar obras inconclusas", dijo a finales del año pasado.
Son obras que se inician en una primera etapa y poco a poco se van concluyendo... Lo hacemos porque así empujamos para avanzar, para apurarnos, terminar, no dejar obras inconclusas", mencionó AMLO.
Fuente: Tribuna