Ciudad de México.- La activista y premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, ha recibido su carta de naturalización como mexicana, esto de las manos del canciller Juan Ramón de la Fuente, titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), que se reunió con la originaria de Guatemala, reconociendo la lucha que ha realizado en la defensa de los derechos humanos, así como de los pueblos indígenas, además tomando en cuenta sus aportaciones en distintas universidades del país y del mundo.
Muy agradecida y emocionada por recibir de manos del canciller Juan Ramón de la Fuente mi carta de naturalización", expresó la activista.
Según informó la secretaria, en la breve reunión y en representación de la presidenta Claudia Sheinbaum, el canciller destacó la labor de Menchu, que desde hace décadas se encuentra trabajando por la causa. "Durante el encuentro, el canciller reconoció la trayectoria de su lucha en defensa de los derechos humanos y de los pueblos indígenas, así como sus aportaciones a la vida académica en distintas universidades en México y el mundo", destacó la SRE.
¿Quién es la primera mujer indígena en recibir el Premio Nobel de la Paz?
La activista, Rigoberta Menchú Tum, nació en Chimel, municipio de San Miguel Uspantán, Departamento de El Quiché, Guatemala, un 9 de enero de 1959. Creció en una familia campesina maya y, según la semblanza publicada en la página del Premio Nobel, desde su juventud estuvo involucrada en la lucha por los derechos humanos de las comunidades indígenas, ya que desde su infancia se vio expuesta a pobreza y discriminación racial.
Esto derivado de que desde la corta edad de 5 años, se vio obligada a trabajar junto a sus padres para familias adineradas. "Creció en un país afectado por un conflicto armado entre el gobierno y una guerrilla reivindicadora de justicia social y mejores condiciones de vida. Para poder combatir a esta organización popular, el gobierno optó por la violencia para lograr reprimirla. Asimismo, implementó una política de exterminio contra la población indígena maya", recalcó la CNDH.
Además de haberse destacado en la defensa de los derechos de las mujeres, estuvo implicada en movimientos sociales relacionados con la Iglesia católica. Estas actividades fueron las causas de que su familia se viera obligada a enfrentar la persecución política, en la cual su padre fue encarcelado y torturado para después unirse al Comité de la Unión Campesina (CUC), en el que después ella ingresaría.
Además de lo hecho a su padre, entre 1979 y 1981 sufrió la pérdida de algunos familiares a manos de fuerzas militares, entre las cuales se encontraban su hermano y su madre, que fueron torturados y asesinados, así como su padre, que fue quemado vivo durante una protesta. Los violentos actos en contra de sus personas cercanas fueron clave para que la activista siguiera con la lucha, además de aprender otros idiomas que la ayudarían en el mundo, aparte del quiché.
Por la persecución política que tuvo que sufrir, ayudada por grupos militares católicos, se exilió a México, en donde continuó promulgando la grave situación de los indígenas en Guatemala, por lo que en 1992 se le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz, haciéndola la primera mujer indígena y la más joven en obtenerlo. Con el dinero que ganó por este logro, fundó la Fundación Vicente Menchú, en la cual continuó con la misión de contribuir a fortalecer los valores humanos.
Esta misión, además con el propósito de enriquecer la construcción de la ética mundial para la paz, partiendo de la diversidad de las etnias, la política y la cultura de los pueblos del mundo. Con la fundación ha logrado desarrollar diversas iniciativas y estrategias para responder a los problemas de los pueblos de Mesoamérica en áreas de educación. Finalmente, y después de toda una vida luchando, sigue con su labor en los derechos humanos en diversas instituciones y fundaciones.
Fuente: Tribuna del Yaqui
