Kabul, Afganistán.- Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 y hasta agosto de este año, mes en el que Estados Unidos retiró a sus tropas de Afganistán, las administraciones de los presidentes George W. Bush, Barack Obama, Donald J. Trump y Joe Biden han desembolsado más de 2 billones de dólares para financiar la intervención estadounidense en suelo afgano.
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Dicha cifra fue presentada tras un estudio realizado por el Proyecto de Costes de Guerra de la Universidad de Brown, localizada en Rhode Island. El equipo formado por 50 investigadores de uno de los centros universitarios más prestigiosos de la Unión Americana estimó que el gobierno estadounidense desembolsó casi 300 millones de dólares al día durante las dos décadas que duró el conflicto.
Ninguno de los cuatro presidentes que han estado al frente de Estados Unidos durante el conflicto, nunca ha proporcionado una contabilidad completa de los costos de las llamadas "guerras para siempre" en Afganistán e Irak.
Los investigadores de Brown también estiman que Estados Unidos ha gastado 5.8 billones en sus intervenciones en el Medio Oriente tras los conflictos derivados de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Eso incluye gastos directos e indirectos en todo, desde equipo militar hasta seguridad nacional y gratificaciones por muerte para las familias de los militares estadounidenses asesinados.
Los gastos calculados por los académicos no incluyen el puente aéreo masivo que la administración Biden realizó para evacuar a 123,000 personas de Afganistán antes de que las últimas fuerzas militares estadounidenses se fueran el pasado lunes 30 de agosto.
También aclararon que algunos costos, como la atención médica continua para los veteranos, continuarán aunque la presencia militar de Estados Unidos en Afganistán haya terminado.
Tras la salida de los últimos soldados de Afganistán, el presidente Joe Biden citó el recuento de más de 2 billones de dólares de la Universidad de Brown como un argumento sólido del porqué decidió sacar a las tropas estadounidenses del país asiático y criticó a los que han argumentado que Estados Unidos debería haber mantenido un pequeño número de tropas estadounidenses en Afganistán por tiempo indefinido.
No hay nada de bajo grado, de bajo riesgo o de bajo costo en ninguna guerra", argumentó Joe Biden sobre el elevado costo que requería su gobierno para mantener la ocupación estadounidense en Afganistán.
Además de la inversión en las fuerzas afganas, existen partidas de gasto en términos de reconstrucción, intereses bancarios y pagos a veteranos de la guerra, entre otras.
Desde 2001, Estados Unidos ha asignado más de 144 mil millones de dólares a la reconstrucción afgana a través de contratistas privados y diferentes ONG.
A pesar de los esfuerzos, el inspector general determinó en su estudio que gran parte de esas partidas se desperdiciaron en programas "mal concebidos" o corruptos, pues los contratistas privados y las ONG tuvieron como objetivo implementar programas y proyectos para remodelar las fuerzas de seguridad de Afganistán, mejorar la gobernanza, ayudar al desarrollo económico y social y combatir el tráfico de drogas.
El estudio de la Universidad de Brown también ha proyectado que el costo de los intereses de la deuda de la guerra afgana de Estados Unidos aumentará a unos 6,5 billones de dólares para 2050, mientras que, para el desarrollo económico y social de Afganistán, EU ha destinado más de 24 mil 000 millones de dólares con pocos resultados, ya que la mayor parte de la población afgana vive a día de hoy en pobreza.
El otro costo importante es el de las vidas humanas, pues más de 2 mil 400 militares estadounidenses murieron en Afganistán, incluidos los 13 que perdieron la vida durante la semana pasada cuando el Aeropuerto de Kabul fue víctima de un atentado del Estado Islámico en medio del frenético esfuerzo de evacuación. El ataque suicida también mató a más de 160 afganos y en el transcurso del conflicto de 20 años, más de 46 mil 000 civiles fueron asesinados, dice el informe Brown.
El informe también revela que los conflictos en Irak y Siria han costado otros 2 billones de dólares, y otras operaciones antiterroristas en lugares como Somalia y otras partes de África cuestan alrededor de 355 mil millones al gobierno de las barras y las estrellas.
Neta C. Crawford, profesora de ciencias políticas de la Universidad de Brown y autora del informe revelado el miércoles 29 de agosto, dijo que no debería depender de los investigadores privados estimar el precio de estos conflictos, sino del Gobierno de Estados Unidos.
Uno de los deberes más importantes de cualquier gran nación cuando va a la guerra es tener una discusión clara sobre los costos, riesgos y beneficios de la guerra”, escribió la investigadora.
Pero la transparencia de los conflictos posteriores al 11 de septiembre ha disminuido con el tiempo, ya que los funcionarios clasificaron cierta información y simplemente dejaron de informar otros detalles.
Todos los países van a la guerra creyendo que pueden ganar, que los combates y sus consecuencias serán controlables, que los costos de la guerra serán menos costosos que los esfuerzos diplomáticos o las sanciones, y que habrá pocas bajas”, concluyó. "Pero la guerra rara vez sale según lo planeado".
- La democracia no se puede imponer desde afuera: especialista
La Maestra en Sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y especialista en temas de Medio Oriente, Esther Shabot Askenazi, recalca que el gran error del gobierno de Estados Unidos fue intentar imponer la democracia en Afganistán, país que considera, no estaba preparado para un cambio tan rAdical.
La gran equivocación que tuvo Estados Unidos fue que después de la invasión de 2001, para vengar y solucionar toda esta situación desencadenada por el atentado contra las Torres Gemelas, hayan decidido ‘exportar’ la democracia pensando que podrían imponer desde fuera un estilo de vida y gobierno para el que Afganistán no estaba ni está preparado”.
La especialista asegura que el fracaso estadounidense en suelo afgano deja una gran lección y evidencia que “la democracia no se puede imponer desde afuera”, sino que debe ser una práctica que tiene que irse desarrollando desde la base de la sociedad en la que se trata.
Shabot Askenazi detalla que muchos imperios han caído a lo largo de la historia intentando expandir su influencia política y explica que ese tipo de acciones deben ser abordadas de forma sensata para evitar repercusiones menos graves al país que intenta influir, como al que será influenciado.
Es una lección para Estados Unidos, pero vemos en la historia moderna y antigua que los imperios buscan mantener su influencia en otros territorios, el norteamericano ha padecido y presentado las mismas tendencias que la Unión Soviética y el británico y vemos que todos tienen que retraerse tarde o temprano”, explica la socióloga de la UNAM.
A pesar del regreso del régimen talibán al poder y la derrota de Estados Unidos, la especialista destaca que la intervención en Afganistán, cambió la concepción del mundo para las nuevas generaciones de afganos, lo que les permitirá luchar por su libertad.
Lo que hay que destacar en este panorama oscuro es que esos 20 años de intervención norteamericana en Afganistán, con todas sus deficiencias y todas sus corruptelas, significó para las mujeres un gran respiro, eso no lo podemos dejar de lado. Hay una generación completa que gracias a que los talibanes perdieron el poder en 2001, las mujeres y niñas pudieron salir a las calles y entrar a la política, lo que dejará una partícula de memoria dentro de esta población que le permitirá vivir en pie de lucha para conseguir regresar a una situación más libre”, reflexiona Esther Shabot Askenazi .
- El nuevo Afganistán
La especialista Esther Shabot comenta que el sector más afectado posiblemente será el femenino con el regreso de un gobierno apegado al Islam, pero expresa sus dudas si se verán escenas como en la década de 1990, cuando se les impedía salir a las calles sin compañía, ir a la escuela, se les obligaba a cubrir todo su cuerpo y se les asesinaba en caso de cometer “pecados” como el adulterio.
Es una tragedia todo lo que ha sucedido en los últimos días y se perfila una tragedia para el sector femenino de la población afgana, aunque no sabemos bien si volverán a las condiciones terribles que vivieron durante los últimos años de la década de los 90. Los talibanes no son los mismos de ahora que los de entonces y hay la gran pregunta si el comportamiento será igual que antes o diferente", detalla.
También resalta que hay ciertos indicios de el nuevo grupo de talibanes, a pesar de su violencia y brutalidad, entienden que están al mando de su país y necesitan de alguna manera manejar la crisis humanitaria que está asentada en Afganistán donde resaltó que hay 18 millones de personas al borde o en plena hambruna.
Necesitan fortalecer su economía para llevar a cabo las maniobras necesarias y no caer en una quiebra mucho mayor. Eso da la esperanza de que puedan comportarse de una forma menos salvaje con la población, sobre todo la femenina", explica la académica.
Sobre el futuro de Medio Oriente, explicó que es una región enormemente complicada y “ahora las fichas se reparten de una manera distinta”, por lo que habrá reacomodos que hasta ahora no considera incalculables.
De igual manera resaltó que Irán ya tenía desde antes de esta crisis 3 millones de refugiados afganos y se espera la llegada de un flujo mayor que podría poner en peligro la ya frágil economía de la nación iraní.
Fuente: Staff