Estados Unidos. - Un reciente análisis llevado a cabo por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de los Estados Unidos ha arrojado luz sobre una posible asociación entre la vacuna contra el COVID-19 y la vacuna contra la gripe de dosis alta y un pequeño aumento en el riesgo de accidente cerebrovascular, especialmente en adultos mayores de 85 años. Sin embargo, las autoridades de salud enfatizan que este riesgo sigue siendo muy bajo y que los beneficios de la vacunación siguen superando ampliamente los riesgos.
El análisis se centró en las vacunas bivalentes de refuerzo COVID de Pfizer y Moderna, y la vacuna contra la gripe de dosis alta Fluzone, específicamente destinada a personas mayores debido a su mayor protección contra la gripe. Los investigadores observaron las tasas de accidente cerebrovascular no hemorrágico (NHS) y ataques isquémicos transitorios (AIT), también conocidos como "mini accidentes cerebrovasculares", que son causados por coágulos de sangre que bloquean el flujo sanguíneo al cerebro.
El estudio no pudo demostrar un vínculo causal, sino que identificó una asociación entre la vacuna contra la gripe de dosis alta y el refuerzo bivalente de COVID de Pfizer o Moderna con un aumento en el riesgo de accidentes cerebrovasculares transitorios. Sin embargo, los expertos enfatizan que el riesgo absoluto sigue siendo muy bajo, con aproximadamente tres eventos similares a accidentes cerebrovasculares por cada 100 mil dosis administradas.
En comparación, la tasa de mortalidad por COVID-19 en personas mayores de 85 años en 2022 fue significativamente más alta, con mil 224 por cada 100 mil. Por lo tanto, las autoridades de salud destacan que la vacunación contra el COVID-19 sigue siendo esencial y mucho más segura que la exposición al virus.
El análisis no establece de manera definitiva qué causa este aumento en el riesgo de accidente cerebrovascular, pero se ha especulado que podría estar relacionado con la respuesta inflamatoria del cuerpo a las vacunas, que desencadenaría una serie de cambios fisiológicos que podrían llevar a accidentes cerebrovasculares y, en algunos casos, convulsiones. Los estudios previos han sugerido que la presión arterial puede aumentar temporalmente después de la vacunación, lo que podría dañar los vasos sanguíneos con el tiempo, creando condiciones para la formación de coágulos peligrosos.
Aunque se ha observado un aumento en el riesgo de accidentes cerebrovasculares, se destaca que este riesgo es mínimo en comparación con los beneficios de la vacunación, especialmente cuando se compara con el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular como resultado de una infección por COVID-19.
Es importante señalar que este análisis es observacional y no demuestra una relación causal. Además, la FDA también observó un pequeño aumento en la incidencia de convulsiones después de las vacunas contra el COVID-19 en niños de dos a cinco años en un análisis separado. Aunque estos estudios no han sido revisados en una revista científica, los expertos en seguridad de vacunas han calificado ambos estudios como bien realizados.
El mensaje clave que transmiten las autoridades de salud es que, a pesar de estas asociaciones observadas, los beneficios de la vacunación contra el COVID-19 continúan superando con creces los riesgos potenciales. La seguridad de las vacunas sigue siendo una prioridad, y se recomienda a las personas que consideren la vacunación que consulten a sus médicos y profesionales de la salud para tomar decisiones informadas. La vacunación sigue siendo una herramienta crucial en la lucha contra la propagación del virus y sus consecuencias.
Fuente: Tribuna