Caracas, Venezuela.- Las relaciones bilaterales entre Caracas y Washington han experimentado un nuevo episodio de confrontación directa tras los sucesos ocurridos este miércoles 10 de diciembre en aguas del mar Caribe. El Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela emitió un comunicado en el que rechaza categóricamente la interceptación y posterior incautación de un buque petrolero, una operación ejecutada por fuerzas militares de Estados Unidos.
La administración de Nicolás Maduro ha calificado el procedimiento como un "robo descarado" y un "acto de piratería internacional". Esta dura respuesta diplomática surge a raíz de las declaraciones públicas emitidas por el expresidente y actual figura política, Donald Trump, quien confirmó la operación ante la prensa desde la Casa Blanca. Según la versión oficial venezolana, estas declaraciones constituyen una confesión abierta de lo que consideran un asalto ilegal a sus activos soberanos.
Desde la perspectiva de Estados Unidos, la operación se ha presentado como un éxito estratégico. Donald Trump informó a los medios de comunicación sobre la captura del navío, describiéndolo como un petrolero de grandes dimensiones, presuntamente el mayor incautado hasta la fecha. Aunque el mandatario estadounidense no profundizó en los detalles legales específicos que justificaron la acción en ese momento, aseguró que existía "una muy buena razón" para proceder.
Al ser consultado sobre el destino de la carga de crudo transportada por la embarcación, Trump sugirió que Estados Unidos retendría el recurso energético. Detalles revelados por la cadena CBS News, obtenidos a través de un alto mando del Ejército de Estados Unidos, indican que se trató de una maniobra compleja. La misión se coordinó desde un buque militar y contó con un despliegue táctico importante que incluyó la participación de dos helicópteros, fuerzas especiales, 10 infantes de marina y 10 miembros de la Guardia Costera.
Conflicto de narrativas
Mientras Estados Unidos enmarca estas acciones dentro de un incremento en su despliegue militar en la región para combatir el narcotráfico, una estrategia que ha incluido operaciones recientes en el Caribe y el Pacífico contra embarcaciones sospechosas, Venezuela sostiene que el argumento de la seguridad es una fachada. En su comunicado, el Ejecutivo venezolano argumenta que las motivaciones reales de Estados Unidos son de índole económica y no están relacionadas con la democracia, los derechos humanos, la migración o el tráfico de estupefacientes.
El texto oficial cita declaraciones previas de la campaña política estadounidense de 2024 para reforzar la tesis de que existe un plan deliberado para apropiarse de las reservas de petróleo venezolanas. Esta postura fue reiterada por Diosdado Cabello, ministro de Interior, Justicia y Paz, quien desestimó las acusaciones sobre vínculos con el crimen organizado, calificándolas de excusas infundadas.
Según el alto funcionario, el objetivo final de Estados Unidos es apoderarse del petróleo venezolano sin pagar por él. Este incidente se suma a una serie de maniobras militares que Estados Unidos ha intensificado en las últimas semanas frente a las costas venezolanas, lo que ha elevado la tensión geopolítica en la región y plantea nuevas interrogantes sobre el futuro del comercio energético y la seguridad marítima en el hemisferio.
Fuente: Tribuna del Yaqui
