En lo particular siempre se me hizo un acto exagerado el hecho de que en Sonora y gran parte de las escuelas públicas se pusiera en marcha la llamada “Operación Mochila”.
La primera pregunta que se venía a la mente era la siguiente: ¿cómo te cuidas de un niño inocente, qué riesgos podría llevar en el interior de su mochila que haga que la autoridad o la dirección del plantel tenga que instalar una aduana en la puerta principal de la escuela para indagar o husmear qué sí y qué no, lleva en el interior de su mochila?
Incluso hasta llegué a pensar que esto atentaba en contra de la dignidad y la privacidad de los educandos.
Y como toda la atención estaba puesta en lo que a mi juicio constituía una afrenta a la dignidad del menor no pensaba en los que están atrás de estos, sus padres, sus abuelos, hermanos o algunos otros parientes que, en ausencia de sus padres, son los responsables y tutores de sus vidas.
Desde luego que tampoco llegué a pensar en esos padres irresponsables –o cualquiera de los anteriormente citados– que pudieran dejar a la mano de estos niños algún objeto punzocortante o, peor aún, alguna arma de fuego con la que se pudieran lastimar, así mismo u otras personas como ocurrió precisamente ayer en Torreón, Coahuila, tema de estos apuntes de hoy.
Más trabajo me cuesta aceptar que una joven maestra habría de encontrar la muerte a manos de su alumno de tan solo once años de edad, porque igual se pudo haber tratado de un asalto o secuestro de alguno de los alumnos en el interior de la escuela en donde se dieron estos lamentables hechos pero… haber sido asesinada a balazos, por una criatura que todavía alcanzó a accionar una de sus armas, de las dos que llevaba para dar muerte a uno de sus compañeros y finalmente asestarse él mismo un tiro en la cabeza para acabar con su vida.
¿De qué tamaño tendría que ser la enajenación o la influencia que según el gobernador de Coahuila, la obtuvo el muchachito de unos juegos electrónicos en los que se da vuelo a la imaginación y la violencia?
En busca de datos que me llevaran a fortalecer este artículo, me encuentro con un cuadro que, de verdad, está para llorar.
Ojalá que la madre o el padre que en las pasadas fiestas de Halloween vistieron a su pequeño hijo de tan solo cuatro años de edad, de sicario, arrastrando un ‘encobijado’, hayan visto esta dolorosa tragedia ocurrida ayer en Torreón, para que se den cuenta del daño que en muchas de las veces se les hace a estas pobres criaturas que ninguna culpa tienen de la ignorancia de sus padres.
Así como lo leíste, lector.
Un pequeño de tan solo unos cuatro años ataviado, por completo, a la usanza de uno de esos cientos de sicarios que pululan por estas calles de Dios –de esos ayer volvieron a sembrar el terror en Cajeme– y todavía jalando un enorme bulto a manera de encobijado.
De verdad que dan pena ajena.
Los que me imagino deben de estar lamentando más allá de la cuenta este hecho son aquellos padres que apenas el año pasado, cuando en el Instituto Cervantes, lugar de la escena del crimen, les propusieron poner en práctica la “Operación Mochila”, se opusieron a la medida.
Estos, al igual que muchos que hasta ayer pensábamos igual, no se imaginaron ni por asomo que el niño tendría a la mano este par de armas mortales con las que acabó con la vida de su maestra, la de un compañerito y la suya misma.
FIERRITOS EN LA LUMBRE… Y en otra de exgobernadores, como bien dijo alguien por ahí, al que se le acabaron las vacaciones en Estados Unidos es al exgobernador de Chihuahua César Duarte Jáquez, quien finalmente será extraditado a México, para que responda no solo a los delitos de peculado y enriquecimiento ilícito por los que se le acusa, sino hasta por el caso de algunos millones de devaluados pesos que, salidos de las arcas del Gobierno de Chihuahua en los momentos en que él era el titular del ejecutivo estatal, salieron con rumbo al CEN del PRI, en los tiempos de Manlio Fabio Beltrones…Se aceptan apuestas. Y en más del tricolor, otro que tampoco la tendrá muy fácil es el exdiputado federal y excoordinador de las Delegaciones de la Sagarpa en México, Víctor Hugo Celaya, quien en días pasados recibió la nada fácil encomienda de delegado regional del PRI en Baja California Sur, en donde ya empiezan a circular las apuestas a favor de otro Víctor, pero este de apellido Castro Cosío quien encabeza el hándicap con rumbo a la candidatura de Morena en pos de la gubernatura de ese Estado.
Para los que apuntan, Castro Cosío, quien ya fue alcalde de la Paz, Baja California Sur, senador y diputado federal firma actualmente como el coordinador estatal de los Programas de Desarrollo de ese estado. De todas maneras, felicidades, al sonorense exdirigente del PRI estatal y que todo sea para bien.
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