OPINION

Lo que Morena quiso decir

Columna de opinión de Bulmaro PachecoCréditos: TRIBUNA
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Nadie en sus cinco sentidos se sorprendió por los eventos políticos que Morena organizó el ultimo día de julio en la tarea de integrar sus órganos de gobierno interno, que a decir de su dirigente nacional Mario Delgado, habrán de decidir la próxima etapa del partido: la elección de la candidatura Presidencial y su participación la elección 2024.

El “decidir” la candidatura es un decir, legitimar sí. Porque es de todos sabido que la decisión de la candidatura presidencial le tocará al presidente López Obrador que ha sostenido ante tirios y troyanos que la decisión final se tomará mediante una encuesta y con aquellos a quienes él personalmente ha encartado (Sheinbaum, Ebrard, Adán Augusto) y descartado (Monreal, Noroña, De la Fuente, etcétera). Aunque a cada rato sus dirigentes afirmen que Morena ‘es’ un “movimiento” y no un “partido”, para mandar la señal al electorado de que se estaban deslindando del término “partido” —quizá ante el descrédito de la palabra partido ante la sociedad—, con los eventos recientes no les quedó otra opción más que ajustarse a lo dispuesto tanto por el Cofipe como por la ley general de partidos políticos, no solo en sus disposiciones generales sino en los requisitos que señalan para que los partidos políticos cumplan con la ley y se sujeten a las prerrogativas y dividendos que las mismas leyes señalan para la operación y funcionamiento de los partidos en la temporada de elecciones y en el ejercicio de los gobiernos.

Morena es ahora una mezcla pesada, densa y amplia de varias izquierdas tradicionales —no se ven las nuevas todavía— donde coexisten con ex perredistas, ex priistas, y ahora también invadido por una infinidad de panistas renegados y restos de organizaciones de lucha social que tuvieron su mejor expresión en décadas pasadas. Por eso sale sobrando el calificativo que “recuerdan al Viejo PRI” los mecanismos utilizados por Morena para llevar a votar a su gente.

No, los procedimientos de acarreo de votantes —capacidad de transportar, dicen—, los han utilizado tanto las izquierdas como el PAN y el PRI cuando han accedido al poder. Morena solo recicla hoy una vieja política y los viejos vicios de las izquierdas, que no le han permitido a esos partidos, por ejemplo, tener nunca relevos de dirigencias en paz; siempre en conflicto, sillazos y en los tribunales. Han traído a colación también la utilización de recursos públicos para eventos partidistas, ahora más notable por la cantidad de estados y municipios gobernados por Morena, donde ha tenido la necesidad de demostrar capacidad de movilización. Pero se la llevan diciendo que son diferentes y que ya nada es como antes, incluido el proceso sucesorio, donde están reviviendo las viejas prácticas del ‘tapadismo’ y la decisión unipersonal del presidente.

Lo más criticable del proceso que acaban de vivir los morenistas ha sido la utilización —sin pudor alguno— de los miles de adultos mayores y empleados públicos que forzaron a ir a votar. Con el del domingo pasado ya son tres los experimentos de la llamada 4T: La consulta para el juicio a los expresidentes, que movilizó a 5 millones de personas; y no fue vinculante, pero hizo ruido. La de revocación de mandato, que logró la participación de casi 17 millones; que tampoco fue vinculante, pero hizo más ruido que la primera. Y ésta última, que a juicio de los dirigentes de Morena alcanzó casi 3 millones de participantes.

Esta participación interna, en apariencia exclusiva para integrantes y simpatizantes de Morena —con excepciones claro—, participó una gran cantidad de tránsfugas de otros partidos que ahora tienen trabajo en la administración pública de Morena y buscaron exhibirse en público yendo a votar para que los vieran sus jefes, y se notara que están cumpliendo al pie de la letra con la oportunidad laboral que les dieron a cambio del brinco político realizado para fortalecer a la llamada cuarta transformación. El proceso electivo también mostró inconformidades y fisuras, golpes y tensiones que la dirigencia de Morena y el presidente han tratado de minimizar.

¿Qué sigue?

Mario Delgado ha dicho que en junio del 2023 convocarán a inscribirse a quienes tengan interés en la candidatura presidencial. Que habrá una primera criba de aspirantes en el mes de julio con las encuestas respectivas para ver quienes tienen mayor aceptación.

Todo eso antes de tomar la decisión definitiva sobre su candidato(a) en el mes de agosto, por lo tanto, a 10 meses de la elección del mes de junio del 2024 Morena tendrá ya definida su candidatura presidencial, cuando de acuerdo a la ley las campañas presidenciales duran tres meses.

Hay un aspecto que ni el presidente ni el dirigente de Morena van a poner evitar: La muy probable división en las filas de Morena.

¿Qué va a pasar con Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal en caso de que no sea alguno de ellos el próximo candidato? Monreal fue convencido por López Obrador en 1998 para que abandonara el PRI y aceptara la postulación del PRD al gobierno de Zacatecas.

Ebrard, ex priista también y constructor del PCD con Manuel Camacho en el 2000, se disciplinó en 2012 cuando terminaba su gestión al frente del gobierno de la Ciudad de México para que López Obrador se quedara con la candidatura a la Presidencia de la República por el PRD. Monreal se disciplinó en 2018 cuando no logró la candidatura al gobierno de la Ciudad de México, porque AMLO se la otorgó a Claudia Sheinbaum y aceptó ser senador y a la vez el coordinador de los senadores de Morena de 2018 a la fecha. Ambos han pedido piso parejo ante la obvia preferencia de López Obrador por impulsar las candidaturas de Sheinbaum y Adán Augusto.

No se sabe qué va a pasar. Monreal ha dicho que, de cualquier manera, él irá en las papeletas electorales del 2024. ¿Por Morena? Hasta ahora dice que sí, pero en el fondo está enviando mensaje de que pudiera ir por cualquier otro partido. ¿MC o el PT? Pudiera ser.

Ebrard sigue muy activo en el país a través de grupos promotores de su candidatura y no se sabe si pudiera disciplinarse a la decisión de que él no fuera el candidato escogido por AMLO. A Monreal quizá le ofrecerían la Ciudad de México; pero, ¿a Ebrard qué?

¿A dónde iría Ebrard? Muchos piensan que el Partido Verde se ofrecería a postularlo. Otros hablan de una probable candidatura para Ebrard por la alianza PANPRI- PRD-MC, que en principio —como idea— luce descabellada, pero en México todo puede suceder.

bulmarop@gmail.com