MÉXICO

Nuestros males

Columna de Juan Poom Medina, en el espacio de Observatorios Urbanos

Columna de Juan Poom MedinaCréditos: Tribuna
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El historiador británico Tony Judt sintetizaba, en un breve ensayo, su percepción sobre el estilo egoísta de la vida contemporánea. Hay algo profundamente erróneo en la forma en que vivimos hoy, “algo va mal” subrayaba durante la primera década del presente Siglo. Se refería y cuestionaba la forma en que hemos convertido en una virtud la búsqueda del beneficio material, hasta el punto de que eso es todo lo que da sentido a un propósito colectivo.

Por ello, quizá una de las tareas que podemos rescatar de su pensamiento es oponernos a los males de nuestra sociedad y afrontar nuestra responsabilidad sobre el mundo en que vivimos, cuidar más a la colectividad como mecanismo de solución de nuestros problemas individuales. Por ejemplo, dentro de nuestra sociedad mexicana se ha normalizado por culpa de algunos medios de comunicación que gustan del espectáculo, entretener a un sector importante de la audiencia con contenidos maliciosos asociados a la forma en que nuestros jóvenes son cooptados por los grupos criminales. En lugar de contribuir con reportajes profesionales dan crédito a las falacias, rumores, y sinsentidos. 

El tema de la criminalidad y su impacto en la sociedad, especialmente, en las juventudes es algo más serio que buscar audiencias para entretener. En la búsqueda de esa seriedad es en donde la colectividad, las redes sociales, los pensamientos en grupo, la comprensión humana, entre otros elementos, deben fluir para que en grupo pensemos en soluciones que incluye en pensar en los jóvenes cuyo propósito central debe ser sacar adelante sus estudios, aprender a dar significancia a la vida, que efectivamente se batalla para salir adelante, pero eso es parte de la riqueza del proceso.

Hasta aquí quiero dejar claro que no me refiero a evitar la discusión constructiva u omitir nuestros puntos de vista, eso es parte de la interacción natural entre los individuos. Lo que busco señalar es que, tal como lo anota el profesor Judt, tenemos que saber dar un valor agregado al pensamiento colectivo social en la idea de sacar adelante, junto con los gobiernos, tareas que poco a poco han ido creciendo en este país por culpa de quien sea. Ya fue suficiente ver en campaña a los actores peleando por el poder político utilizando como bandera la guerra que los gobiernos enfrentan con los participantes en el narcotráfico.

A nosotros los ciudadanos nos toca el principal rol que haya en cualquier proceso de decisión colectiva: nos toca redireccionar desde casa, desde el trabajo, en los espacios en los que podemos interactuar con otros, sobre formas de persuadir a las juventudes de que hay caminos más positivos, que las oportunidades sanas hay que buscarlas, que los aprendizajes en la escuela son las herramientas para enfrentar la vida, y que antes de pensar en un trabajo en donde la muerte violenta es una opción, es mejor preferir emprender en algo positivo.

Los estudios sobre criminalidad han dejado claro que efectivamente la estructura y el contexto afectan a nuestras juventudes, sin embargo, poco o nada se habla de la capacidad individual (de agencia) que cada ser humano tiene para salir adelante en la vida. Nuestros jóvenes son inteligentes, fuertes, resilientes, por ello pienso que colectivamente podemos trabajar en seguir insistiendo en ellos de que la vida ofrece mejores cosas, muy lejanas a la criminalidad.