Ciudad Obregón, Sonora.- En Cajeme, la música de mariachi suena desde la década de los 50, en las extintas zonas rojas, dentro de las cantinas y salones que representaban los puntos de reunión de los trabajadores del campo.
Así lo recuerda Leobardo Romero, representante del Mariachi Halcones. Los Pájaros, Hermanos Puente y Halcones, son los tres mariachis más antiguos de Ciudad Obregón.
En una entrevista con TRIBUNA, Leobardo habla de cómo vio la ejecución de su oficio en su máximo apogeo, y de la misma forma, ve su decaída en tiempos pandémicos.
Antes tocábamos música más delicadita, clásicas, popurrís y polcas”, recuerda Romero, quien llegó al Estado de Sonora en la década de los 60.
“Antes no había oficinas para encontrarlos, antes los veíamos en la cantina por la Chihuahua... ese era el punto de reunión, la concentración de los músicos que no tenían un local. Cuando cerraron todo eso nos aventaron para las orillas y fue cuando los mariachis comenzaron a buscar en dónde estacionarse”, cuenta el músico, explicando que poco a poco las calles del Centro, en especial la avenida Veracruz, se fue llenado de músicos.
De la agrupación original han fallecido seis miembros, dice Leobardo, pero dos generaciones de jóvenes “y los que aún quedan”, continúan con la tradición que inició como Mariachi Los Cuervos. “Tocábamos serenatas, románticas, algunas canciones de José Alfredo Jiménez, aprendí a puro oído, agarraba el bajosexto y me hacían la carrilla ‘este no sabe tocar’ me decían, me sudaban las manos y ellos eran mariachitos estudiosos"; señaló el ahora representante.
En el recuento de su experiencia, Leobardo compartió una profunda preocupación, pues afirma que el mariachi está en peligro de desaparecer:
Ahora la juventud a la que le gusta la música se arrima más con la banda, con los norteños y tecnobandas, mientras que nosotros batallamos y agarramos chamba donde sea"
Por si fuera poco, la pandemia no ha facilitado en nada su trabajo, pues con la cancelación de eventos y reuniones los intérpretes han tenido que frenar algunas de sus presentaciones o 'hacerlas a escondidas'.
"Antes teníamos la agenda llena, tocar todos los días, ahora pasamos tres o cuatro días sin tocar"; relató el representante de la agrupación. "Todos los mariachis buenos se fueron de aquí, violines, trompetas, guitarrones, se van al otro lado, otros se regresan al sur, se están haciendo viejitos como yo", agregó.
Al hablar de su historia era posible notar en sus ojos cómo el músico se remontaba al lugar y fecha que describió con tanto júbilo.
Llegué con ellos en el 65 y hasta la fecha sigo tocando, o lo que queda de mí", finalizó Romero entre risas.