Ciudad Obregón, Sonora.- Según expertos, no es posible saber específicamente la fecha en la cual inició una tradición tan rica y representativa para los mexicanos como lo es el Día de Muertos, pero si nos podemos aproximar a los orígenes de nuestra cultura para tener una idea de lo antiquísimo que llegan a ser los elementos que ‘le dan vida a la muerte’.
En una entrevista con Alejandro Aguilar Zeleny, investigador del Centro INAH Sonora, habla a detalle sobre las características que le dan tanto valor a dicha tradición que se vive no solo en México, sino también en otras partes del mundo.
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Las tareas de evangelización de parte de los Jesuitas empezaban en el territorio sonorense hace más de 400 años, a la llegada de los europeos, grupos como los Yaquis y Mayos, realizaban rituales para conmemorar la vida y la muerte de sus seres queridos, pues algunas comunidades prehispánicas incineraban los restos de sus familiares difuntos, enterraban los restos bajo árboles, como símbolo de el ciclo de la vida, y algunos otros los sepultaban y rodeaban de carrizos, pues esta planta está asociada con la lluvia y el agua, simbolizando una vez más la vida, el desarrollo y el fin de esta misma.
Para las comunidades Yaquis, la llegada de los difuntos es desde el primero de octubre, mientras que para los Mayos, esta comienza el 24 del mismo mes. Estas comunidades buscan el desarrollo de un ritual que enaltezca sus creencias y tradiciones, no siempre se trata de una fiesta, es debido a que no se ve a la muerte como el fin de la vida, sino como el comienzo de una etapa espiritual nueva, la razón por la cual este día nos puede parecer que se lleva a cabo como una fiesta.
Tenemos costumbres tan arraigadas que colocar comida en el altar es una acción que se hace casi por inercia, pero si alguna vez te has preguntado ¿por qué dedicar un platillo es tan importante para un difunto? podría sorprenderte la respuesta. Muchas de las tradiciones de esta ritualidad se centran en el vivo, y es que explica el investigador:
“las ofrendas son una señal de que los muertos siguen con nosotros y vienen a visitarnos”.
Esta visión se atribuye a un pensamiento influenciado por la espiritualidad y no una ciencia: “La sociedad religiosa y pueblo creyente no piensan que la muerte es el final de la vida, sino el inicio de una nueva”, añade Aguilar Zeleny, es por ello que la muerte está presente constantemente en los grupos étnicos originales.