Ciudad Obregón, Sonora.- A las 15 horas con 46 minutos del viernes 26 de febrero dos hombres, Manuel Francisco y Marcos Enrique, perdieron la vida al ser asesinados frente al fraccionamiento Casa Blanca. ¿Dos víctimas más de la violencia? Sí, pero con su muerte el Gobierno de Sergio Pablo Mariscal Alvarado acumula ya más mil asesinatos desde su inicio el 16 de septiembre de 2018.
En su toma de protesta Mariscal Alvarado, prometió en 100 días acabar con la tragedia y traer la paz al municipio. Sin embargo, 893 días después con un promedio de dos asesinatos por día, tres cambios en la Dirección de Seguridad Pública y el título de la quinta ciudad más violenta del mundo, la promesa se ve lejos de volverse realidad.
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- Los mil muertos
El actual Gobierno logró, en menos de tres años, superar las cifras de la pasada administración. De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de 2015 a 2017 se registraron 554 muertes por homicidio, los mil asesinatos significarían el doble en siete meses menos. Es preciso recordar que la inestabilidad en la Dirección de Seguridad y la falta de estrategia han sido de los puntos más críticos de la actual administración, solo en 2020 hubo tres cambios de director de Seguridad Pública. A esto se añade que, desde la llegada de la Cuarta Transformación, de acuerdo con datos del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública la media mensual de asesinatos en Cajeme ha ido 47.4 por ciento al alza.
Solo para dar cuenta del incremento; en enero de 2021 se volvió a romper un récord y se registró el inicio de año más violento con un incremento de 93 por ciento comparado con enero de 2020. En total del 16 de septiembre de 2018 al 28 de febrero de 2021 (hasta el cierre de la edición) de acuerdo al recuento de datos se registran mil tres asesinatos.
Se desglosan de la siguiente forma: de septiembre a diciembre de 2018, los primeros 100 días de la gestión de Mariscal, se registraron 94 asesinatos. En 2019 se registraron 327 y en 2020 457, lo que sumaría 878 más los 68 registrados en enero y los 57 de febrero sumarían 1,003. Los fallecidos en su mayoría eran hombres, pero también más de 30 mujeres y 13 menores de edad, entre los 4 años y 17.
- La criminalización de las víctimas
Aunque en muy pocas ocasiones el alcalde y el director de Seguridad Pública, Cándido Tarango, hablan del tema, cuando lo hacen afirman que las cifras delictivas van a la baja y que aquellos que han sido asesinados son porque estaban ligados al crimen organizado. "Los caídos siguen siendo elementos que están vinculados con el crimen organizado. Le estamos encontrando el hilo a la madeja y vamos a seguir jalándole para heredar una administración en mejores condiciones. La verdad es que si tenemos que ser muy cuidadosos en revisar el indicador delictivo. Hay muchos indicadores muy positivos", declara Mariscal.
Para el director de Observatorio Sonora por la Seguridad, Manuel Emilio Hoyos, este tipo de declaraciones caen en lo soberbio, pues no se debería de criminalizar a las víctimas. "Desafortunadamente en Cajeme hemos visto el aumento de los índices. Parece que en Cajeme se viven tres realidades diferentes; 1) la de los ciudadanos que ven el problema con temor, 2) la realidad de las autoridades y 3) la realidad de los tomadores de decisiones". Para Hoyos es necesario que se generen rutas y modelos de intervención basados en una verdadera política pública.
- Un municipio sumido en tragedia llamado Cajeme
Mujeres, hombres, niños y ancianos todos han sido víctimas. Cada nombre representa una familia que lejos de sentir paz vive con la impotencia de no tener a su ser querido y con el miedo de ser la siguiente víctima. Tal es el caso de María de 54 años, nombre ficticio por el temor a represalias, que perdió a su hijo en septiembre de 2020. Roberto o 'El Yeye' como ella le decía fue asesinado en la colonia Plano Oriente, una de las zonas más "calientes" de Obregón, escenario de varios asesinatos y enfrentamientos. Ese mismo mes 46 personas más fueron asesinadas.
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"Muchos dicen que nos hemos acostumbrado a los asesinatos. Yo no puedo, no puedo acostumbrarme a que falte una silla por llenar en mi mesa y que al dormir una cama esté vacía, el asesinato de mi hijo no solo lo mato a él sino a mi también, es difícil continuar porque te destruye como persona, porque no estás al 100 sabes que algo falta y ese número para las autoridades para mi tiene nombre y apellido y estoy segura que para todas las mamás o papás sus hijos no son una cifra o una carpeta de investigación".
Después del asesinato de su hijo María decidió dejar de trabajar pues pasó por un cuadro de depresión, "me salí porque la verdad estaba muy agotada de todo en general, ahora vendo productos por catálogo y si me quiero levantar lo hago y si no pues no". Roberto no era soltero tenía una esposa y un bebé de 3 años, después de su asesinato su pareja se mudó de estado para tratar de olvidar lo que pasó y María perdió toda la comunicación con ella y su nieto, "mi familia eran ellos y quedó totalmente destruida". El caso de María no es aislado y representa a la mayoría de las familias que han perdido a un ser querido.