SONORA

Feminicidios: Un crimen de poder alimentado por la impunidad en Sonora

La doctora en ciencias sociales Mercedes Zuñiga habla del cómo la falta de justicia es una especie de pedagogía que enseña a la sociedad que matar a una mujer no tiene consecuencias

Feminicidios: Un crimen de poder alimentado por la impunidadCréditos: TRIBUNA
Escrito en SONORA el

Ciudad Obregón, Sonora.- Sonora sigue sumido en una crisis de violencia machista. Casos como el de Lizbeth Muñoz, ocurridos a principio de año en Bácum, son la prueba de que niñas y mujeres viven constantemente un infierno por la extrema brutalidad de los crímenes en su contra.

Da clic aquí y descubre más información de Tribuna Sonora en nuestra página de Google News

El año pasado fue uno de los más violentos para las mujeres en el estado al registrar 42 feminicidios, un incremento del 35 por ciento a comparación del 2020. No solo eso, 2021 es el año con más feminicidios registrados desde 2017, todo lo anterior de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (Sesnsp).

Hablar de los crímenes hacia la mujer tiene muchas aristas, y uno que sin duda debe ser abordado es el sociológico, es decir qué factores sociales y sistemáticos son los detonantes de esta violencia extrema, qué explica está inequidad de género y la misoginia.

En entrevista con TRIBUNA la doctora en ciencias sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana e integrante del Colegio de Sonora, Mercedes Zuñiga Elizalde, explica que es necesario que la sociedad se cuestione, no sólo el por qué asesinaron a una mujer u otra como casos aislado, sino que hay que ver y analizar lo que hay detrás como sociedad y las estructuras en ella.

Es fundamental partir de que el feminicidio es un crimen de poder, no hay detrás una satisfacción o un deseo o incluso el odio a las mujeres, eso no quiere decir que no existan esos casos, pero en general lo que hay detrás es un crimen de poder. Y en este lo que hacen es apropiarse del cuerpo de las mujeres", comenta Zuñiga Elizalde.

La doctora señala que los agresores ven el cuerpo de las mujeres como un objeto que puede ser maltratado o destruido, “todo esto proviene de la masculinidad depredadora, en el sentido de que este tipo de masculinidad parece estarse extendiendo de manera muy dramática y al final de cuentas no es otra cuestión que un mandato que se trata de comprobar fundamentalmente ante los otros hombres”.

Es decir, un hombre feminicida busca demostrar poder no sólo ante su víctima (ya sea su novia, esposa, hermana, hija y hasta su propia madre) también lo quiere demostrar ante los otros machos, “es como un examen de hombría y evidentemente es un crimen de poder”.

Para la doctora aunque la violencia hacía la mujer sí puede tener una explicación cultural relacionada al machismo, bajo el pretexto de que ‘así son los hombres en el norte’ también tiene un origen en lo económico y en lo político, “incluso la violencia doméstica se tiene que entender en términos políticos, porque es estructural y es producto del ordenamiento social en el que estamos viviendo, nos relacionamos, crecemos, etc”.

Hay pedagogía en la impunidad

En Sonora esa falta de justicia ante un crimen contra una mujer ha ido creciendo, la organización Impunidad Cero en su estudio ‘Índice Estatal de Desempeño de Procuradurías y Fiscalías’ señala que la entidad tiene menos del 25 por ciento de efectividad en la procuración de justicia.

Zuñiga Elizalde explica que es precisamente esa impunidad que gozan los agresores un factor clave para que esos crímenes se sigan cometiendo porque se le enseña a la sociedad que no hay consecuencias.

La impunidad lo que está mostrando es que justamente es un crimen de poder, el hecho de que no haya justicia, es decir que haya un asesinato, una violación, un feminicidio y no exista la justicia lo que le está enseñando a la sociedad, es decir hay una pedagogía de impunidad, que se le enseña a la sociedad que son válidos y que se puede seguir cometiendo”.

Para la experta es fundamental que se haga ese ejercicio de impartición de justicia para comenzar a cambiar la violencia contra la mujer. Para finalizar Zuñiga Elizalde explica que para frenar el problema se necesita desmontar el mandato de masculinidad depredadora y es ahí donde entran el cambiar la forma en el que se convive cotidianamente, “hay que hacer un trabajo como sociedad y gobierno porque es una tarea que le compete, tenemos que reactivar el tejido comunitario”.

Es decir enfocar las políticas públicas en la prevención, “obviamente se tiene que perseguir los crímenes, hacer justicia pero otra parte fundamental es cómo caminamos hacia una transformación social en el sentido de la prevención”.

Fuente: Staff