Ciudad Obregón, Sonora.- Desde sus tiempos como candidato a la presidencia, Andrés Manuel López Obrador ha sostenido un discurso en contra de la fractura hidráulica, mejor conocida como fracking, una técnica para extraer petróleo o gas natural mediante la perforación de un pozo que puede alcanzar hasta los cinco mil metros de profundidad. A este pozo se le añaden perforaciones horizontales de varios kilómetros.
A través de estos la roca se fractura inyectándoles agua, arena y una serie de químicos a elevadas presiones, lo que fuerza la salida de los hidrocarburos; el problema, de acuerdo con los expertos, es que este flujo termina con rapidez y hay que perforar nuevamente, usando más agua y más químicos que terminan tanto ocupando grandes extensiones de terreno como contaminando todo lo que tocan.
Ante tales amenazas, López Obrador ha rechazado sistemáticamente el uso de la técnica para que Petróleos Mexicanos o los privados obtengan petróleo y gas… al menos en territorio mexicano, porque parece dispuesto a quebrantar su propia regla con hidrocarburo importado.
Permisivo
Al norte del estado de Sonora se construye una enorme planta de licuefacción, la cual recibirá gas natural provenientes desde Texas para ser licuado y revendido a postores internacionales, como ya lo publicó TRIBUNA oportunamente. En Puerto Libertad, las empresas México Pacific Limited (MPL) y Shell invertirán 13 mil millones de dólares para su construcción junto a la del gasoducto citado en territorio binacional, un negocio cuyas proyecciones se estiman en ganancias de 25 mil millones de dólares tan solo para Comisión Federal de Electricidad, socio nacional, en los próximos veinte años.
El impacto será tal que se estima que el proyecto generará más de 33 mil empleos ente directos e indirectos. Su sistema es claro: traer gas desde Texas, licuarlo en Puerto Libertad y abastecer a buques chinos y japoneses para llevarlo a tierras asiáticas mediante la firma china Guangzhou Development Group, el otro socio.
Hasta ahí todo bien, pero la estratagema pone en un dilema al gobierno federal, pues el gas que traerán a Puerto Libertad se consigue mediante el fracking, es decir, aquello que López Obrador niega aquí, lo permite allá. Cierto que esta importación de gas data desde 2013, año en que se fraguó la reforma energética de Enrique Peña Nieto, pero a un año de que culmine el actual sexenio, López Obrador no solo no detuvo el negocio, sino que lo impulsó.
Y el caso de Puerto Libertad no es el único que llegó en este sexenio, pues a partir de 2021 comenzó a operar la terminal de licuefacción Pichilingue, también de propiedad estadounidense, además de otra llamada KMS, ubicada en Colima.
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México busca convertirse en un revendedor de gas al tiempo de que equilibra el consumo interno del hidrocarburo, de ahí que el Gobierno Federal siga dando permisos a particulares para entrar al negocio. Con MPL, propiedad de tres fondos de inversión estadounidenses, la intención es llegar a exportar hasta 14 millones de toneladas de gas a Asia, todos provenientes del método de fractura.
La investigadora Nina Lakhani explica que, con aval mexicano, las empresas estadounidenses planean aumentar el volumen de extracción mediante fracking, esto pese a las promesas verdes y de abandonar las energías fósiles. Y todo tiene qué ver con la demanda mexicana. La Cuenca Pérmica es de donde se traerá el gas, una zona a mil 600 kilómetros de Puerto Libertad.
Estados Unidos, el centro de la adicción mundial al petróleo y el gas, desempeñará un papel descomunal en las olas de calor, las sequías y las inundaciones que afectarán a las personas de todo el planeta", dice Lakhani.
De acuerdo con la ONG Enviroment Defense Fund, en los últimos años se producen al menos 1.4 millones de toneladas métricas de gas metano en la Cuenca, el cual termina en el medio ambiente, sin un uso real, lo que "acelera el cambio climático a más de 80 veces la tasa de CO2".
Permian Climate, otra organización ciudadana, explica que la Cuenca Pérmica, sobre todo el área de Texas (de donde vendrá el gas a Sonora), señala que al menos 3.7 por ciento de la producción de gas de la zona termina filtrada en la atmósfera. Para la ONG, "la proliferación de terminales de gas tanto en el Golfo como en el Pacífico son una amenaza para las comunidades que se exponen a la contaminación y riesgos que traen consigo este tipo de instalaciones, además de que el comercio del hidrocarburo impide la tan nombrada descarbonización".
A esto debe sumársele el incremento enorme que han tenido los terremotos en Texas; de acuerdo a los análisis del movimiento Beyond Dirty Fuels, "los sismos en la zona están directamente relacionado con el fracking realizado en la Cuenca Pérmica". Los números son escalofriantes, tan sólo el año pasado hubo más de 200, mientras que en 2021 se contabilizaron 181 y en 2020 fueron 78.
Algunos impactos
- Disminución de disponibilidad del agua: Fracturar un pozo requiere entre 9 y 29 millones de litros de agua; el gas que se exportará a México equivaldrá al abasto anual de 7.2 millones de personas.
- Contaminación del agua: Se han encontrado hasta 750 tipos diferentes de productos químicos en los fluidos de fracturación, los cuales terminan en cuerpos de agua o mantos freáticos.
- Impactos sobre la salud: Al menos 25 por ciento de las sustancias utilizadas en las distintas mezclas de perforación pueden causar cáncer y mutaciones, 37 por ciento afectar al sistema endocrino, 40 por ciento provocar alergias y 50 por ciento dañar el sistema nervioso.
- Emisión de gases: 90 por ciento de las emisiones en el proceso de obtención del gas es metano, aunque también se emiten dióxido de azufre, óxido de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles.
Fuente: Alianza Mexicana contra el Fracking