Ciudad Obregón, Sonora.- La historia de Mariel Guadalupe Soto Cervantes no debería ser la de ninguna niña de 13 años. Pero en un municipio donde, solo este año, se han registrado más de 200 desapariciones por parte de los colectivos de búsqueda, el testimonio de Mariel trágicamente es una cruda realidad.
El 6 de julio de 2019, José Joel Soto Cervantes de 22 años desapareció. El hermano de Mariel fue visto por última vez mientras trabajaba en el campo, ese mismo día, y con solo 13 años, Mariel comenzó a buscarlo. Primero recurriendo a las autoridades y después, cuando se dio cuenta que la policía no saldría a buscarlo, ella comenzó su búsqueda casa por casa por casa.
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Tienen que salir a buscarlos, porque las autoridades no hacen nada por ellos. Las autoridades lo único que hacen es archivar las carpetas. Los policías no van a salir a escarbar. No van a salir a preguntar por ellos para saber si ellos están bien”, reconoce Mariel quien apenas hace 19 días pudo traer de regreso a casa a su hermano.
Cuando Mariel cumplió 14 años se unió al colectivo Rastreadoras de Ciudad Obregón quien la adoptó como una más de la familia. Mariel llegó a una búsqueda en la colonia Aves del Castillo para sumarse a las actividades y desde ahí comenzó a ser llamada como la ‘mini rastreadora’, un tierno pero triste apodo que refleja, una vez más, la crisis de desapariciones forzadas que atraviesa Sonora desde ya hace varios años.
Los datos del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (Rnped) señalan que desde 2019 a la fecha se registran solamente 323 personas desaparecidas y no localizadas, cifras que son constantemente refutadas por los colectivos de búsqueda de desaparecidos quienes aseguran que solo este año tienen reportes de la desaparición de más de 200 personas, siendo un gran porcentaje mujeres.
La gravedad de la situación se ejemplifica perfectamente al recordar que el mismo colectivo al que pertenece Mariel, Rastreadoras de Ciudad Obregón, ha encontrado enterrados en patios de viviendas hasta más de 5 cuerpos en una sola jornada. Con ese panorama y bajo esas cifras, Mariel sabía que encontrar a su hermano no sería sencillo, pero aún así nunca faltó a su promesa. La pequeña interrumpió su infancia y su vida para tomar una pala, adentrarse en el monte y comenzar a buscar.
Junto con sus compañeras, a quienes llama una segunda familia, Mariel ha sacado huesos de fosas clandestinas con sus propias manos, “son sentimientos encontrados, se siente felicidad porque se sabe que otro ángel regresa a casa, pero se siente mucha tristeza por como se encuentran en las fosas clandestinas”, señala la joven quien ahora tiene 17 años.
Su lucha no termina
El 4 de junio de este año, una retroexcavadora sacó el cuerpo del hermano de Mariel de un predio en construcción ubicado por las calles Camino Real y Norman E. Borlaug, y por medio de redes sociales ella reconoció su vestimenta y la dentadura. Para el día siguiente Mariel ya estaba en la Fiscalía pidiendo la confronta, pero no fue tan sencillo porque durante mucho tiempo las autoridades dilataron el proceso.
Aunque Mariel sabía que al haberlo encontrado cumpliría su promesa también se negaba a que fuera realidad, pues sabía que si era él, jamás lo volvería a ver con vida. Finalmente el 22 de noviembre, hace apenas 19 días, le confirmaron a Mariel que la prueba de ADN había sido positiva. Después de 4 años, Mariel encontró a su hermano y pudo llevarlo a casa para despedirse de él.
Yo le prometí ese día que comencé a buscarlo por las calles que lo iba a encontrar e iba a luchar hasta saber donde estuviera él. Y le prometí que ya encontrándolo iba a seguir con Rastreadoras de Ciudad Obregón”.
Mariel es consciente en que ninguna niña debería estar buscando por el monte a su hermano desaparecido, pero también reconoce que si ella, aún con su corta edad, no lo hacía nadie más lo haría.
Ahora con 17 años, siendo ya una madre de familia, y con un dolor constante en el pecho por no poder ver nunca más a su hermano, Mariel asegura que su misión no ha terminado. Ella quiere seguir ayudando a encontrar a los desaparecidos. Al preguntarle qué más se ve haciendo responde “solo ayudando, es lo que quiero hacer”. “Porque así como yo tenía el dolor de no saber donde estaba, muchas de mis compañeras lo tienen”.
Fuente: Tribuna