Ciudad Obregón, Sonora.- En Sonora, solo algunos pueblos indígenas festejan el Día de Muertos a través de rituales ancestrales que reflejan una rica herencia cultural y su profunda espiritualidad. Se trata de yaquis y mayos, comunidades reconocidas por su compromiso con la preservación de sus costumbres, y que cada año mantienen viva la memoria de sus seres queridos mediante ritos y actos colectivos que se extienden a lo largo de un mes.
Debido a su influencia en el modelo religioso de las misiones traído por los españoles, los yaquis y mayos son los únicos pueblos indígenas del noroeste de México que celebran el Día de Muertos. Para estas etnias, cuando un familiar fallece, su cuerpo es llevado ante la Cruz del Perdón, una cruz de madera instalada en sus cementerios, donde el difunto "pide perdón" por sus pecados antes de ser enterrado.
Este proceso de transición que, según sus creencias, llevará al difunto al "sewa ania", o "mundo flor", un lugar armonioso al que regresan simbólicamente cada octubre y noviembre. En la cultura mayo, las ofrendas se colocan en el tapanco, un altar elevado de 1.60 metros hecho de mezquite, palmas y carrizo, renovado anualmente.
En este altar se integran elementos cristianos como flores, la imagen del difunto cubierta con tela, sal, agua, una cruz y la Virgen del Carmen. La construcción elevada refleja la creencia de que los muertos no deben tocar el suelo, y cada 24 de octubre, las familias orientan una cruz hacia el amanecer como parte del ritual.
Con la llegada de los españoles, algunos aspectos de estas tradiciones fueron modificados para alinearse con la fe católica, aunque se preservaron elementos indígenas distintivos. En la cosmovisión yaqui, el universo se divide en Pueplum (la comunidad humana) y Huya Ania (el mundo del monte), un territorio sagrado donde habitan almas y fuerzas ancestrales.
El 1 de noviembre, las familias yaqui y mayo encienden velas y visitan los cementerios, llevando flores y más veladoras. Los mayos mantienen el altar hasta un mes, mientras que los yaquis lo retiran el 2 de noviembre, despidiendo a sus difuntos con ofrendas y alimentos, y pidiendo que regresen al año siguiente. Según sus creencias, las ofrendas permiten la comunicación con el mundo de los vivos, y las familias agradecen a los espíritus su visita y su legado.
Fuente: Tribuna