Ciudad Obregón, Sonora.-Recorrieron alrededor de 180 kilómetros desde su tierra natal, Mesa Colorada, para asentarse en Fundición porque allá "ya no hay trabajo", las organizaciones criminales se han apoderado de la zona y con eso la violencia y adicciones en aumento.
Las mujeres Macurawe son migrantes en su propio Estado y al igual que todos buscan una ‘mejor vida’ trabajando en el campo, en la cosecha de espárragos, pepino y tomate. También se dedican al hogar o a vender chiltepines en la carretera. Extrañan su tierra y les duele lo que pasa ahí, es por eso que tratan de preservar sus tradiciones y son solidarios con sus hermanos.
Hay un mito Macurawe que habla que el mundo estaba blandito después de un diluvio, la gente no podía vivir de la tierra, entonces los hombres cantaron, y no pasó nada, las mujeres danzaron, y no pasó nada, pero cuando lo hicieron juntos ‘amacizaron’ la tierra. Fue así que surgió la danza de la Tugurada.
Oralia Sayla Leyva es de la etnia Macurawe y tiene más de 15 años que va y viene de Mesa Colorada a Fundición, para trabajar en los campos agrícolas que están alrededor de Cajeme, porque en sus comunidades la tierra ya no es de ellos, el proyecto de la Presa ‘Los Pilares’ y el crimen organizado se apoderaron de los terrenos.
En entrevista con TRIBUNA, Oralia dijo que gana 156 pesos diarios con un horario de 7 a 12 horas y si dobla turno logra ganar 1,600 pesos a la semana. Comentó que ella y su esposo decidieron salir de su pueblo para poder mantener a sus tres hijos.
Aunque no nos alcance, nos da para el diario”, afirmó Oralia, quien además asegura que para ella es importante educar a sus hijos en las tradiciones de su etnia y a la mayor ya la inició en las danzas de las mujeres.
En entrevista aparte, Martha Buitimea dijo que ella tiene 13 años que se fue a vivir a Fundición porque en Mesa Colorada “ya no hay trabajo, no hay apoyos de nada”. Además, los servicios de salud son precarios. Martha tiene cinco hijos y en mayo organiza la ‘coperacha’ para hacer comida para los pascolas y los músicos. Ahí mismo en Fundición hay campamentos Guarijíos que se enfrentan a la discriminación pero a su vez reciben el cobijo de algunos miembros de su comunidad.
Para el investigador y autor del libro ‘Memoria Macurawe. Páginas para la historia del pueblo macurawe (guarijío) de Sonora’, Alejandro Aguilar Zeleny del INAH Sonora, la migración de esta etnia indígena a Fundición y otros lugares es un “presagio terrible” y es el resultado del abandono de los gobiernos federal y estatal, que apoyaron los intereses del Proyecto de la Presa ‘Los Pilares’, mientras que a los Guarijíos los dejaron sin apoyos de programas sociales integrales. Desde su punto de vista los Macurawe “huyen” de la violencia de la delincuencia organizada y del olvido de los gobiernos.