Tokio, Japón.- Luego de tres años de pandemia por Covid-19, podría decirse que la humanidad ya sabe todo con respecto a esta enfermedad, pero la realidad es que este lapso es muy poco y aún faltan muchas cosas por descubrir del virus que provocó que millones de personas tuvieran que encerrarse en sus domicilios durante poco más de 2 años, hecho que trajo inestabilidad económica, social y emocional en el mundo.
Cuando el nuevo coronavirus surgió, los médicos no escatimaban en métodos de protección para evitar que la gente se infectase, uno de ellos, quizás el más controversial, sucedía cuando alguien fallecía a causa de dicha infección y era cubrir el féretro con grandes cantidades de plástico para evitar que el occiso propagara el virus en los dolientes. Si bien 3 años atrás se desconocía si esto podría ocurrir, un equipo de científicos de Japón decidió comprobar qué tan cierta era esta teoría.
Para descubrirlo los expertos tomaron a un grupo de hámsteres infectados con Covid-19 y lo dividieron en dos grupos, uno de ellos fue sacrificado entre 24 y 48 horas de haber adquirido la infección; acto seguido, los científicos bañaron los cuerpos de los roedores en alcohol durante 30 segundos y luego los envolvieron en una red de alambre para evitar que sus demás compañeros los devoraran dentro de la misma jaula.
Separaron ese subgrupo en dos; por un lado, encerraron a un hámster muerto con dos vivos que estaban saludables y en otro pusieron a un hámster vivo infectado con dos sanos. Veinticuatro horas después descubrieron que en el primer grupo, los hámsteres sanos se habían infectado, ya que, tenían muestras infección en la nariz y en los pulmones; finalmente, el Covid se transmitió en todos los hámsteres infectados vivos en ambas condiciones de alojamiento compartido.
Otro punto que se descubrió en aquel experimento es que el método japonés de colocar tapones de algodón en todos los orificios del cuerpo de los hámsteres infectados logró prevenir que los demás roedores contrajeran la enfermedad, debido a que mantenían los gases que, naturalmente, escapan del cuerpo cuando un ser fallece. En teoría, las personas podrían continuar contagiando el virus en un periodo de 17 días tras desfallecer por el nuevo coronavirus, hecho que se descubrió durante la investigación.
Fuentes: Tribuna