Ciudad de México.- Al igual que el vestidito negro, la camisa blanca es una pieza imprescindible de nuestro armario. Un básico muy popular durante los días soleados, que también hace milagros cuando bajan las temperaturas. Para adoptarla en invierno, sin perder el hilo de la elegancia, basta con dominar el arte de la moda.
La camisa blanca es un clásico incansable que aporta ese extra de encanto a los outfits. Sencillo, versátil y neutral. Lleva consigo una innegable connotación chic. En primavera brilla detrás de pantalones de cintura alta y en verano cubre muy bien las camisolas. Pero pasado el mes de octubre, muchas veces la colgamos por miedo a aburrirnos. Sin embargo, la temporada otoño-invierno sugiere combinaciones igual de sofisticadas, si no es que más.
¿Cómo llevar una camisa blanca evitando caer en el look muy académico de high school? Es mejor centrarse en un jersey liso sin mangas de punto trenzado. El caqui, la amplia paleta camel o el intocable azul marino crean un sutil contraste con el blanco inmaculado de la camisa.
Un dress code fresco y vibrante que coquetea con la comodidad. La camisa blanca, felizmente abotonada hasta el cuello, se lleva sobre nuestros jerseys para darle ese toque delicado e inteligente. Prefiere suéteres sueltos y bien confeccionados.
A medida que avanza el verano, los suéteres gruesos permanecen en el armario en favor de la combinación única de camisa blanca y cuello alto. Esta combinación vintage de los años 80 es una variación única que pone la camisa blanca en primer plano. Tomada por Victoria Beckham, este dúo minimalista pero prometedor esculpe una apariencia de empresaria ultra seductora.
Un truco dictado por las capas, o el arte de la superposición, el jersey de cuello alto detrás de la camisa blanca cumple con gran éxito su misión chic. Esta opción decididamente femenina, sin embargo, requiere cierta habilidad. Por lo tanto, es aconsejable apostar por jerséis tipo calcetín, es decir, prendas que se ajusten al cuerpo.
Fuente: Tribuna
El algodón, el lino y el popelín son tres materiales atemporales y de aspecto refinado que tienen más mérito.