Tokio, Japón.- Corría el año 2016 cuando se escuchó el fuerte rumor de que la casa productora MAPPA estaba al borde de la quiebra, de hecho, el último proyecto que tomaría sería Yuri On Ice, un anime que se dedica a explorar el mundo del patinaje sobre hielo, pero de manera inesperada, la historia de Sayo Yamamoto y Mitsuro Kubo fue un completo éxito, lo que permitió que la empresa se mantuviera a flote para lanzar nuevas series exitosas.
A raíz de esto, MAPPA tomó grandes proyectos como es el caso de Jujutsu Kaisen, Chainsaw Man y la última temporada de Shingeki No Kyojin (solo por mencionar a algunos). Dichos animes son conocidos por el arrollado éxito que han tenido, lo que en teoría debería permitir que la compañía goce de un buen nivel económico para permitir que sus animadores realicen su trabajo de manera tranquila, amena y humanitaria, ¿no? Pues las cosas no son lo que parecen.
Resulta ser que, luego de salvarse de la inminente quiebra, MAPPA se convirtió en lo que se conoce en Japón como una ‘black company’ o ‘buraku kigyo’ que se traduce al español como 'empresa negra', término que los trabajadores del sector tecnológico comenzaron a utilizar a principios del 2000 para referirse a compañías que se dedican a explotar a sus empleados, escenario que, lamentablemente, se vive en la mencionada casa animadora.
Si bien, MAPPA supo crearse una solida fama en la industria del anime por sus mágicas animaciones (tan solo hay que recordar los ojos de ‘Gojo Satoru’), la realidad es que diversos animadores han optado por romper el silencio y exponer las malas condiciones en las que trabajan, con agendas imposibles de cumplir, al grado en el que han terminado episodios apenas el día del estreno de los mismos en la televisión, así como también han habido reportes de deserciones laborales.
Es bajo este contexto que el Instituto Japonés de Investigación realizó un estudio en el que abordó la importancia del anime en la economía del país del sol naciente, así como también resaltó la importancia de que el Gobierno comience a intervenir en la regulación de las extensas jornadas laborales de los animadores. Dicho análisis revela que esta industria aportó cerca de 1,5 billones de yenes en la última década , por lo que es importante fomentar buenas condiciones laborales para los talentos encargados de este sector económico; sin embargo, hasta el momento no hay señal de que ocurra un cambio próximo en la forma de trabajar de MAPPA y otras casas animadoras.
Fuentes: Tribuna