Ciudad de México. - Hace ocho años, Moana, con la poderosa voz de Auli’i Cravalho, debutó en Disney como la intrépida navegante polinesia que rompió moldes en las películas animadas. Junto al semidiós Maui (interpretado con humor y carisma por Dwayne Johnson), la película recaudó más de 665 millones de dólares en taquilla global y se convirtió en una obra destacada por su mensaje de empoderamiento y conciencia ambiental. Ahora, con el lanzamiento de Moana 2, Disney busca revivir esa magia, pero con resultados desiguales.
Dirigida por Jason Hand, Dana Ledoux Miller y David G. Derrick Jr., Moana 2 retoma la historia tres años después de los eventos originales. La cinta se beneficia de una animación impresionante, con un océano que resulta tanto un espectáculo visual como un personaje en sí mismo. Desde olas imponentes hasta criaturas misteriosas, el diseño visual de la película, encabezado por Byron Howard en la dirección de animación y supervisado por Carlos Cabral y Kyle Odermatt, demuestra la destreza técnica de Disney.
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Sin embargo, donde la película brilla en lo visual, su narrativa se queda corta. A diferencia de la primera entrega, que se centró en la dinámica entre Moana y Maui, la secuela reparte su atención entre un elenco más amplio de personajes y conflictos que no logran desarrollarse plenamente.
Ahora bien, la trama de Moana 2 se centra en una nueva misión encomendada a Moana por sus antepasados: encontrar una isla oculta que conecta su hogar, Motunui, con el resto del archipiélago y protegerla del dios vengativo Nalo. En su viaje, Moana cuenta con la compañía de una tripulación variopinta, incluyendo a nuevos personajes como Moni, una bardo apasionada, y Loto, un carpintero peculiar, además de su entrañable hermana menor, Simea.
A pesar de la química entre Moana y Simea, cuyas interacciones proporcionan los momentos más emotivos de la película, el desarrollo de otros personajes resulta superficial. Incluso el regreso de Maui, atrapado en una guarida submarina y enfrentándose al astuto villano Matangai, carece de la chispa que definió su relación en la primera entrega.
Las secuencias de acción son otro punto destacado, desde enfrentamientos con la armadura de coco Kakamora hasta un leviatán brillante que amenaza al equipo. Sin embargo, el guion de Jared Bush y Dana Ledoux Miller carece de cohesión, y muchas de las interacciones humorísticas y emocionales quedan en la superficie. La falta de la música de Lin-Manuel Miranda, que impregnó la primera película con su energía característica, también se hace notar, aunque la canción de Matangai, "Get Lost", se destaca como un momento musical memorable.
Con una duración de 1 hora y 40 minutos, Moana 2 intenta abarcar demasiado en poco tiempo. Su enfoque episódico y la introducción de múltiples personajes sugieren que esta historia podría haber funcionado mejor como una serie animada, como se había anunciado inicialmente.
A pesar de sus impresionantes efectos visuales y momentos de inspiración, Moana 2 carece del núcleo emocional que convirtió a la primera entrega en un clásico. Si bien sigue siendo un espectáculo que impresionará a los amantes de la animación, su narrativa dispersa y la falta de desarrollo de personajes impiden que alcance las alturas de su predecesora.
Finalmente hay que decir que Disney deja una pista de más aventuras en una escena post-créditos, lo que indica que, aunque esta secuela no logre completamente su propósito, Moana y su mundo todavía tienen historias por contar.
Fuente: Tribuna