Ciudad de México.- Sasha Montenegro, cuyo nombre real era Aleksandra Acimovic Popovic, fue mucho más que una figura del cine mexicano. Nacida en Bari, Italia, el 20 de enero de 1946, fue hija única de un matrimonio yugoslavo de ascendencia aristocrática, cuya familia fue víctima del horror nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
A los 23 años, Sasha dejó su tierra natal para aventurarse en Argentina, pero pronto encontró su camino hacia México por una oferta de trabajo en el mundo del cine. Desde entonces, inició una carrera que la catapultaría hacia la fama y el reconocimiento.
Con una belleza particular, Sasha Montenegro cautivaba con su mirada penetrante y su larga cabellera al estilo de Cher, convirtiéndose en el sueño de muchos hombres. Su atractivo no pasó desapercibido y pronto se vio envuelta en un tórrido romance con el expresidente José López Portillo, un episodio que marcó su vida pública y privada.
En el ámbito cinematográfico, Montenegro dejó una huella imborrable. Participó en una serie de películas emblemáticas del cine mexicano, como Pedro Navajas (1984) y Los japoneses no esperan (1978), así como en producciones como Santo contra los asesinos de otros mundo (1971) y Bellas de Noche (1975), donde deslumbró con su talento y belleza.
Su carrera como vedette la llevó a ser una de las principales figuras del llamado 'cine de ficheras' en la década de los años 70, dejando una marca indeleble en la cultura popular mexicana. Sin embargo, su trayectoria no estuvo exenta de polémica y conflictos, incluyendo disputas legales con la familia de José López Portillo, con quien tuvo dos hijos.
Aunque se retiró de la vida pública en 2005, Sasha Montenegro permaneció en el imaginario colectivo como una de las mujeres más hermosas y deseadas del país. Su última aparición pública fue en 2018 en una muestra de arte en la Ciudad de México, donde expresó su dedicación a viajar y atender sus negocios.
El pasado 14 de febrero del 2024, Sasha Montenegro falleció a los 78 años de edad a causa de un derrame cerebral, dejando un legado imborrable en la historia del cine y la cultura mexicana. Aunque su partida entristece a sus admiradores, su belleza y talento perdurarán en la memoria colectiva como un símbolo de una era dorada en el cine nacional.
Fuente: Tribuna