SHELL

Reseña: 'Shell': Una sátira oscura sobre los estándares de belleza en Hollywood

Shell, la nueva comedia negra de terror dirigida por Max Minghella, explora la obsesión por la perfección física en la industria de la belleza, aunque sin llegar a profundizar en su mensaje

'Shell': Una sátira oscura sobre los estándares de belleza en HollywoodCréditos: Internet
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Los Ángeles, California. - Presentada en el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF), la película cuenta con un elenco encabezado por Elisabeth Moss, Kate Hudson, Kaia Gerber y Este Haim, quienes aportan interpretaciones sólidas, aunque limitadas por un guion que no logra explotar todo su potencial. A pesar de su buena factura técnica y momentos de horror corporal, Shell no logra convertirse en la crítica mordaz o la pieza de culto que parece querer ser. 

Ahora bien, la trama sigue a Samantha Lake (Moss), una actriz de televisión que, en su lucha por conseguir papeles cinematográficos, recurre a un tratamiento revolucionario ofrecido por el imperio de belleza de Zoe Shannon (Hudson). El tratamiento promete detener el envejecimiento y mejorar la salud general del cuerpo, algo que Samantha acepta a pesar de sus dudas iniciales. Pronto, su vida cambia radicalmente, ganando confianza y éxito en Hollywood. Sin embargo, las consecuencias del tratamiento no tardan en aparecer, y Samantha descubre que algo siniestro está ocurriendo, especialmente cuando su joven colega Chloe (Gerber) desaparece misteriosamente. 

Minghella, quien regresa seis años después de su debut como director con Teen Spirit, intenta equilibrar la sátira de la superficialidad en Hollywood con elementos de horror. Aunque Moss se destaca como la protagonista, su personaje está poco desarrollado, y su transformación interna, aunque bien actuada, no ofrece mucho en términos narrativos. En cuanto a los elementos de terror, especialmente los de horror corporal, son lo más atractivo de la cinta, inyectando tensión y violencia en momentos claves. Sin embargo, Hudson, quien interpreta a la manipuladora Zoe, no logra transformarse en la villana de campamento que la trama insinúa, manteniéndose en un tono demasiado controlado. 

A pesar de una duración concisa de 100 minutos, la película se siente apresurada. El guion de Jack Stanley avanza rápidamente, sin dar tiempo a que la audiencia reflexione sobre las implicaciones de la historia. El concepto de Shell, una crítica a los estándares de belleza y la obsesión con la juventud, es interesante, lastimosamente el análisis es superficial. Los aspectos más oscuros de la trama no se exploran lo suficiente, y el tono limpio y pulido del filme contrasta con la visceralidad que exige una sátira efectiva. 

En resumen, Shell ofrece un entretenimiento superficial y algunos momentos memorables, pero carece de la valentía necesaria para profundizar en su mensaje. Aunque probablemente no se convierta en el clásico de culto que aspira ser, la película cumple con su propósito de ser una curiosidad dentro del género, con un elenco que, al menos, parece estar divirtiéndose en el proceso. 

Fuente: Tribuna