Ciudad de México.- Luis Alberto Ordaz, mejor conocido como Rey Grupero, se convirtió en el tercer lugar del popular reality show La casa de los famosos All Stars. Sin embargo, el hombre de 38 años, que se hizo conocido en el mundo de las redes sociales por sus videos de bromas, cuenta con un duro pasado que casi ocasiona que su vida se esfumara, y finalmente se animó a hablar sobre esta terrible situación.
El conductor de Venga la Alegría compartió un poco de su difícil historia en TVNotas, donde especificó que solo logró bajar de peso cuando se retiró del mundo de las drogas, pues estuvo inmerso en él desde muy temprana edad. La primera vez que tuvo acceso a estas sustancias fue a los 15 años, y desde entonces era cada vez más frecuente encontrarlo en fiestas, donde por supuesto se encontraba en muy mal estado.
"Logré bajar varios kilos tras dejar los vicios: el alcohol, las sustancias y las mujeres. Me metía de todo: cocaína, pastillas, tusi", afirmó el exnovio de Cynthia Klitbo, y contó quiénes lo impulsaron a mejorar su realidad: "Empecé desde los 15 años, en fiestas, reventones. El vicio fue en aumento. Decidí cambiar por mi familia, por mi mujer, Fernanda, y por mi hijo. Nadie merece tener un alcohólico como pariente", aseveró.
Pero la verdadera sorpresa llegó cuando comentó que estuvo a punto de atentar contra su vida, ya que hace precisamente dos años pensó en lanzarse de un bungee sin cuerda. Sin embargo, su mujer lo detuvo y le dijo que tenía un gran futuro por delante. De hecho, según las propias palabras de Luis Alberto, antes solía ser infiel, y ahora que está únicamente con su pareja no tiene remordimientos y se siente más que bien.
Además, el Rey Grupero, a pesar de todos los errores que ha cometido, se considera una buena persona, aunque admitió que el alcohol sacaba de él una personalidad que no le corresponde. Incluso mencionó la ocasión en que golpeó a un mesero porque le salpicó agua. Asegura que Dios le ayudó a encontrar la paz y tranquilidad de la que goza actualmente, y afirma que no se arrepiente en absoluto de haber cambiado el rumbo de su destino.
Fuente: Tribuna
