Ciudad de México.- Este 2 de mayo se conmemora el Día Internacional contra el Acoso Escolar o Bullying, se trata de una forma de violencia entre compañeros en la que uno o varios alumnos molestan y agreden de manera constante y repetida a uno o varios compañeros, quienes no pueden defenderse de manera efectiva y generalmente están en una posición de desventaja o inferioridad, lo que desencadena en problemas emocionales o hasta la muerte.
El Acoso Escolar es un comportamiento prolongado de abuso y maltrato que ejerce una alumna o un alumno, o bien un grupo de alumnas o alumnos sobre otro u otros, en las escuelas con el propósito de intimidar o controlar al alumno, mediante contacto físico o manipulación psicológica. El acoso escolar puede causar daños físicos, sociales o emocionales en quienes lo sufren. Los estudiantes que son víctimas de acoso escolar no suelen defenderse, al principio creen que ignorando a sus agresores, el acoso se detendrá. Tampoco suelen decir a sus padres y maestros que están siendo acosados por temor.
En México el caso de Norma Lizbeth, quien murió después de una pelea con su agresora encendió las alarmas de lo que era un secreto a voces, pues no es un caso único. Entre 2014 y 2021, la Secretaría de Educación Pública (SEP) recibió seis mil 252 quejas por bullying. Además, en el mismo periodo, la dependencia registró 16 mil 649 llamadas en la línea de atención telefónica al acoso escolar. Asimismo, En México, 69.5 por ciento del personal docente ha mencionado que en sus grupos hay intimidación o abuso verbal entre estudiantes.
Así puedes identificar si tu hijo sufre de bullying
Existen muchas situaciones que se consideran indicadores que el niño acosado puede presentar y alertar a los padres y profesores en caso de que esté sufriendo bullying escolar, entre las que destacan problemas de memoria, dificultad en la concentración y atención y descenso del rendimiento escolar. Depresión, ansiedad, irritabilidad, falta de apetito, dolor de cabeza, malestar generalizado, cansancio, sensación de ahogo, etc.
Pero eso no es todo, también afecta el comportamiento, pues, puede haber dificultades para dormir, pesadillas o insomnio, aislamiento social, apatía e introversión. Asimismo, el menor violentado suele mantenerse en estado de alerta de manera constante y manifestar no querer ir al colegio, ni juntarse con otros niños. Faltar al colegio de forma recurrente.
Sin embargo, los indicadores se vuelven más peligrosos y el menor puede presentar sentimientos de culpa y asunción de responsabilidad de los hechos, conductas de huida y evitación. Negación de los hechos e incongruencias, llanto incontrolado, respuestas emocionales extremas, así como miedo a perder el control o a estar solo. Síntomas como temblores, palpitaciones, inquietud, nerviosismo, pesimismo e ideas e intentos de suicidio.
Fuente:Tribuna