Ciudad de México.- Durante las primeras décadas de un ser humano, el cuerpo se encuentra en proceso de desarrollo, incluyendo la masa muscular, que es el volumen del músculo, aunque es diferente para cada caso. Dependiendo de la rutina, edad, genética y el sexo de una persona, será el volumen que tenga; pero lo que es igual para todos los casos es la disminución de la masa conforme pasan los años.
Esto se debe a que mantenerla y aumentarla se vuelve complicado con la edad. Incluso pudiendo dificultar situaciones que antes se consideraban sencillas, como abrir un tarro, levantar objetos (aun si son moderadamente livianos) o llegando al punto de dificultarse el levantarse a sí mismo. Esta es conocida como sarcopenia; se refiere a la pérdida gradual de la masa muscular. Según investigaciones, se inicia después de los 30 años y se acelera a partir de los 50.
Después de la tercera década, se dice que los adultos pierden entre el 3 y el 8 por ciento por década, hasta llegar a la quinta década, donde aumenta el porcentaje que se pierde. Pero no solo afecta a la fuerza y movilidad de las personas; la masa muscular es crucial para regular el metabolismo (ayuda a mantener un peso saludable), fortalece los huesos (reduce el riesgo de fracturas), protege las articulaciones y previene enfermedades metabólicas, como obesidad y diabetes tipo 2.
Aunque la biología seguirá su curso, ya que es inevitable el declive derivado de la pérdida de masa muscular, pueden realizarse diversas estrategias para ayudar al cuerpo a ralentizar esta condición. En primer lugar, el entrenamiento es en gran medida el principal pilar para mantener la musculatura y, en dados casos, incluso para estimular lo suficiente para regenerarla; esto a través de ejercicios de resistencia, como actividades con mancuernas, bandas elásticas y ejercicios con el propio peso muscular.
Otro de los pilares para mantenerse es la alimentación, ya que la comida tiene un papel importante en la formación y reparación de los tejidos del músculo. Ambas prácticas se complementan, ya que una trabaja directamente con el músculo mientras que la otra le proporciona nutrientes. La clave de esta última se encuentra en las proteínas como pescado, huevos y legumbres, que proporcionan al cuerpo los aminoácidos esenciales para el crecimiento de la musculatura.
Finalmente, el último punto es el descanso; dormir adecuadamente es tan importante como el entrenamiento y la alimentación, ya que cuando el cuerpo se encuentra en reposo, realiza procesos que ayudan a la regeneración muscular y hormonal. El último, al igual que la masa, baja su producción, dificultando la capacidad del cuerpo para desarrollar tejido, por lo que al dormir, el estrógeno en las mujeres y la testosterona en los hombres ayudan a la regeneración muscular.
Fuente: Tribuna del Yaqui
