OPINION

El largo camino que los mexicanos tuvieron que caminar para alcanzar la democracia

Rumbos

Mario Rivas, columnistaCréditos: TRIBUNA
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NO HEMOS AVANZADO MUCHO. A PESAR DE QUE el camino recorrido es largo. Hay políticos —principalmente los que llegan a esta actividad procedentes de la sociedad civil— que afirman que la gente ya no debe esperar y menos exigir que les regales cosas en tiempos electorales.

El tema es muy complejo y no debe ser analizado por encimita. Los mexicanos pobres se acostumbraron a las despensas y a apoyos en efectivo por parte de los candidatos. Esta práctica ya existía cuando mi papá me llevaba a la plaza ‘Lázaro Cárdenas’, de Ciudad Obregón, a los mítines de JACINTO LÓPEZ. Yo era un niño.

En aquel entonces la gente no recibía despensas sino comida en el lugar del evento.

A mí me asombraba ver cuando llegaban las tinas de peltre repletas de barbacoa. Pues sí: acudían al mitin porque disfrutarían uno o más platos de una rica barbacoa de carne de res y de puerco. Algunas mujeres llegaban preparadas con ollas de peltre para llevar una buena ración a los hijos.

No se miraba mal.

La pobreza extrema lo justificaba todo. Este ejercicio clientelar hay que acreditárselo a los priístas de la primera mitad del siglo XX, aunque originalmente ya se hacía en los mítines de VENUSTIANO CARRANZA, ÁLVARO OBREGÓN, etcétera, etcétera.

Nadie definía esta tradición como una expresión de desigualdad social ni como la evidencia de la injusticia social que reinaba en el país y que la Revolución Mexicana no había podido erradicar.

Como sea, ya avanzado el siglo XX, las barbacoas, las tortas, los refrescos y demás, llevaban el sello del PRI, entonces PNR.

Mis recuerdos personales empiezan allá por 1957.

Más o menos.

A mí siempre me ha llamado la atención que la tradición de la barbacoa en mítines rurales, sigue vigente, aunque ya no tanto.

Ahora los candidatos regalan gorras, camisetas y acá bajo cuerda, un puño de billetes a los talacheros que se la jugaron en campaña.

Los estímulos fueron cambiando con los años. Los emparedados tuvieron un periodo relativamente largo de vigencia. La Coca y el emparedado resultaban más funcional. Y luego subió la tarifa clientelar.

Después ya no eran las comelitonas, las gorras y las camisetas las que atraían a los simpatizantes. Ahora estamos hablando de otro tipo de estipendio: un techo para la humilde vivienda, una banqueta, un rollo de láminas de cartón.

Así fue como esta tradición que algunos políticos de nuevo cuño han querido erradicar, se fortaleció más y hasta la fecha.

Lo que voy a contarle, dilecto amigo, es absolutamente real y lo acabo de escuchar. Miembros de una familia a la que conozco de años, me comentaban la cercanía de las elecciones. Yo les decía a la señora y a los hijos, ya en edad de votar, que no dejaran de acudir a las urnas. Ellos alegaban: si no nos ofrecen nada no vamos a ir.

--¿A que se refieren con eso de que si no nos ofrecen algo?

--Pues algo de dinero. Quieren mi voto ¿no?, pues que les cueste.

Me reservo lo que les dije ante tamaña aberración. Intenté, infructuosamente, convencerlos que una cosa eran las campañas y otra acudir a votar. Les expliqué que el voto es algo casi sagrado que a millones de mexicanos nos costó mucho para hacer del voto un derecho constitucional de todos los ciudadanos que debía respetarse.

Lástima de esfuerzo. Me mandaron al diablo. Ya lo dice la hermosa balada de JUANGA: “no cabe duda que es verdad que la costumbre es más fuerte que el amor”.

Esta desaventurada conversación, me llevó a recordar que en alguna ocasión le sugerí a BULMARO PACHECO, que realizara una serie de conferencias a los ‘de abajo’ hacerlo ante académicos e intelectuales alejaba la posibilidad de que los pobres accedan al conocimiento de las instituciones cuya construcción costó sangre llevar a cabo.

El tema se fue quedando en el ‘la semana próxima vemos eso’ hasta que se perdió en el olvido.

Las generaciones de hoy, las de treinta años y más, crecieron con el IFE, que hoy es el INE. Es una de nuestras más importantes instituciones en materia de democracia. El IFE nació y su primer presidente, JOSÉ WOLDENBERG, realizó un imborrable trabajo. Honesto, impecable en la administración y su propio nombre se convirtió en emblema.

Yo era adolescente, luego un joven soñador y después la adultez en plena madurez. Fui testigo, como periodista, de incontables elecciones a las que el pueblo acudía de mala gana porque sabía de antemano quiénes resultarían ganadores.

Eran los tiempos del cinismo descarado, en los que desparpajadamente los políticos del oficialismo platicaban abiertamente cómo se haría el carrousel, la ‘engorda’ de urnas, el hurto explícito de las ánforas y hasta la contratación de golpeadores para que espantaran a los votantes que simpatizan con la oposición.

Viví y conocí desde su entraña, ese sistema político que, a pesar de todo, construyó, grandes instituciones.

Pero no la democracia pues esto nunca se le podría dar a un partido que no nació para ser democrático.

Poco a poco, se fueron construyendo pequeñas partes de lo que con el tiempo sería una gran institución. JOSÉ LÓPEZ PORTILLO dio uno de los primeros empujones.

Y llegó aquel 1997, cuando un presidente emanado del PRI —aunque en esencia él no era priísta– ERNESTO ZEDILLO, se enteró por su secretario de Gobernación que se acababa de perder la mayoría en la Cámara de Diputados.

Desde ese momento, la política en México jamás volvería a ser la misma.

Hoy, somos un pueblo que cuenta con una robusta democracia que, en estos momentos, se enfrenta a un riesgo cierto de caer en un hoyo profundo del que difícilmente podrá salir.

Hay terribles acechanzas y el cinismo de aquellos hombres del PRI en aquellos días del Sistema autoritario omnímodo, lo vemos en los rostros de los que se han auto nombrado los paladines de una cosa llamada por ellos Cuarta Transformación.

Por eso.

En fin.

DE AQUÍ, DE ALLÁ Y DE MÁS ALLÁ DÉJEME DECIRLO: AYER PLATICAMOS por teléfono BULMARO PACHECO y yo… Le llamé para ponerlo en conocimiento que nuestra común amiga CUQUITA AMADO DE ARAIZA, le envió a través de este humilde servidor, una joya de la literatura histórica nuestra, que por décadas luchó contra los embates de los juaristas ultra-fanáticos del juarismo del siglo XIX en sus finales y del siglo XX en sus principios…

Es una reliquia. En sus casi 900 páginas, el libro es en sí mismo un frágil testimonio de una época la que, igual que hoy, la sociedad mexicana estaba dividida y, peor aún, confrontada…

El verdadero Juárez, es una obra con la que su autor, FRANCISCO BULNES, levantó una descomunal polvareda en un país dominado por los liberales…

A PROPÓSITO DE BULMARO, INTERESANTE el reconocimiento que, a través de su cuenta de Twitter, les hizo a él y a JESÚS ACUÑA, el periodista LUIS ALBERTO MEDINA, director de Proyecto Puente…

Textual: “Pido un aplauso para estos dos grandes: durante 7 meses, debatieron al ‘tú por tú’ con respeto, argumentos y sin fanatismos en Proyecto Puente. Impactaron en todo el Estado… Si no se van al Gabinete de ALFONSO DURAZO o al de ERNESTO GÁNDARA seguirá este encuentro¨…

Es todo.

Le abrazo.

m.rivastribuna@gmail.com