El poder siempre ha estado presente en forma en el que el ser humano se relaciona y se organiza, cuando nos asociábamos en grupos de cazadores y recolectores el poder se distribuía de forma horizontal entre los miembros de la comunidad, con el tiempo nos fuimos agrupando cada vez en comunidades mayores y eso trajo consigo la concentración del poder en diferentes personas, el poder se empezó a distribuir de forma vertical, apareció una clase gobernante formada por los reyes, clero y ejército. La cultura como manifestación humana también emergió en diferentes expresiones música, escultura, pintura y relatos que pasaban de generación en generación.
Pronto la clase gobernante se dio cuenta del poder de la cultura en la obtención y conservación del poder, con eso empezó una defensa de las expresiones aceptadas, de lo establecido, se crearon tradiciones que pasaban de generación en generación junto con los relatos que explicaban el orden y la cosmovisión existente. La vida cotidiana transcurría con cierta calma, todo el mundo aceptaba su posición.
Cada cierto tiempo emergen preguntas, las cuales conducen a nuevas respuestas y con estas nuevas formas de concebir el arte y las expresiones culturales, siempre la primera reacción de los dueños del poder ha sido cuestionar la validez de estos cambios, promoviendo lo nuevo como peligroso, esto lo hacían y siguen haciéndolo por una razón muy clara, seguir perpetuando el control y el poder en sus manos. A este enfrentamiento entre lo nuevo y lo viejo podemos decirles guerras culturales.
Estas guerras culturales son inventadas por el poder para legitimar su lucha y la eliminación de las nuevas prácticas, aquí viene lo interesante, como la clase gobernante siempre pierde esta batalla, termina integrando lo nuevo dentro de las practicas aceptadas y transfiriendo el poder hacia nuevos líderes, no es una batalla lineal, tiene sus avances y retrocesos, pero siempre el poder como lo conocemos termina perdiendo. Cómo ejemplos de esto tenemos las batallas entre la cultura griega y romana, la cultura romana y la cristiana, la cultura cristiana y la ilustración, cada enfrentamiento trae nuevas posibilidades y termina cambiando el mundo.
Hoy en día la guerra cultura inventada por el poder también está destinada al fracaso, ya que con los cambios culturales cambia la definición y la práctica de la libertad, es complicado siempre para las viejas estructuras reconocer el cambio y siempre lucharán con violencia, pero la nueva libertad, las nuevas expresiones siempre terminan siendo más fuertes, hasta que se establecen como practicas comunes y son asimiladas por el poder.
El deseo de ser libre expresado en nuevas formas culturales siempre ganará la batalla inventada desde el poder.
Fuente: Tribuna