Ciudad Obregón, Sonora.- La imagen de Soraya Jiménez en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, saltando y festejando después de conseguir su levantamiento, es quizá una de las más emotivas en la historia del deporte mexicano. Ese instante en el que soltó la barra y se dio cuenta de que se había convertido en la primera mujer mexicana en ganar una medalla de oro y comenzó a saltar eufórica es simplemente irrepetible.
TRIBUNA, en su edición del martes 19 de septiembre de 2000, daba cuenta de la hazaña conseguida por la halterista mexiquense, quien, contra todo pronóstico, se consagró como la mejor levantadora de pesas de la categoría de 58 kilos, para subir a lo más alto del podio y hacer ondear la bandera tricolor.
Con una serenidad impecable, el corazón por delante y sin tenerle miedo a nadie, Jiménez Mendívil levantó 95 kilos en arranque y culminó su obra de arte en el Centro de Convenciones con 127.5 kilos en envión, ante el júbilo de una veintena de mexicanos que observaban incrédulos en las gradas.
En seis intentos perfectos, Soraya terminó con el mito llamado Hui Ir Song, la mejor halterista en esta división. El grito de "¡México!" se escuchó en la arena por parte de aquel puñado de mexicanos. Gracias a esta victoria, Soraya se convirtió en un símbolo para todas las jóvenes deportistas de nuestro país. Nunca antes una mujer mexicana había conseguido una medalla de oro en Juegos Olímpicos, por lo que Soraya fue quien abrió las puertas en muchos sentidos.
El mito de Soraya se mantiene aún después de su deceso, un 28 de marzo de 2013, dejando la puerta abierta para que decenas de mujeres siguieran su paso en esta difícil disciplina como lo es la halterofilia.
Fuente: Tribuna del Yaqui
