Ciudad Obregón, Sonora.- En 2023 México tenía un reto enorme, pero indispensable para su presente y futuro: acercarse a la autosuficiencia alimentaria, al menos un par de pasos. El Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se comprometió, en sus inicios, en que para estas fechas se habrían tomado decisiones y dado apoyos suficientes para que el país dependiera cada vez menos de la importación agrícola.
Pero, en cambio, lo que se vivió fueron meses ríspidos, donde los agricultores se dieron cuenta que el interés del gobierno estaba en lo político, no en lo productivo. El ejemplo perfecto fue la disputa que productores de Sonora, Sinaloa, Jalisco o Baja California con las autoridades federales, quienes desecharon la posibilidad de extender precios de garantía a trigo y al maíz. No importó si esto llevaba a la quiebra a varios o si se ponía en riesgo la viabilidad de la cadena de producción, sencillamente no hubo recurso ni forma de que el gobierno cediera, pese a las manifestaciones, marchas y quejas constantes.
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Y para 2024, último año del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, la cosa no pinta bien, ya que ni se cerraron las heridas con los agricultores citados, que seguirán siendo maltratados, ni se desarrollaron políticas públicas que resarcieran o, al menos, minimizaran el daño de la falta de recursos. Para el siguiente año, el Ramo 08 que incluye agricultura y desarrollo rural, tendrá 74,110 millones de pesos, una cifra superior en 3,581 millones al recurso destinado para 2023.
Por su parte, el Programa Especial Concurrente para el Desarrollo Rural Sustentable (PEC), tendrá un presupuesto de 440 mil millones de pesos, incrementándose en más de nueve por ciento con respecto al año en curso. Claro que estas podrían ser buenas noticias si sólo se tratase de más dinero y que, así, se consumara el desarrollo del campo.
Pero, lo cierto es que los expertos no concuerdan. De acuerdo con el análisis del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas, el PEC es tan grande que representa casi el cinco por ciento del gasto para el sector público, pero por su aplicación final la realidad es que “su impacto en el desarrollo rural podría ser nulo”.
El PEC es un programa creado para impulsar la producción alimentaria y los productos forestales con la intención de integrar a la población rural en la economía nacional, sobre todo ante el embiste de la globalización, en un intento claro de no abrir más las brechas sociales y económicas.
Al analizar las entrañas presupuestarias para el 2024, se observa que mientras los recursos destinados a la infraestructura y a la atención básica en el medio rural bajaron, los destinados a la atención a la pobreza subieron. El problema de esto, asegura la Comisión Nacional Agraria (CNA), es que ni el gobierno ni los legisladores pensaron en restituir los programas de fomento agrícola, de pesca y acuacultura, así como los programas de apoyo a la comercialización.
Tampoco se fortalecieron, pese a las promesas, los programas de sanidad e inocuidad agroalimentaria, los de tecnificación del riego o aquellos sobre la infraestructura hidroagrícola. El análisis indica que el PEC tiene un perfil asistencialista, en gran medida por la carga de los programas de pensiones para adultos mayores, Sembrando Vida, un programa de origen presidencial, así como todo lo relacionado con Liconsa y Diconsa.
El problema es que el dinero va hacia la subvención, hacia los programas sociales y no hacia la producción, que es lo que realmente necesita el país y el campo; el asistencialismo se entiende, pero si México quiere enfrentar los retos, tiene que ser más productivo”, explicó Juan Cortinas de la CNA.
El perfil asistencialista del presupuesto puede corroborarse al analizar los recursos destinados a la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), dependencia cuyas prioridades están en aquellos que se tornan asistencialistas, como indica el estudio del Grupo Consultor.
Su vez, el análisis del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), se detalla que el presupuesto descuida a los grandes productores y al sector agroindustrial, pese a que de éstos depende el abasto alimenticio en el país. El presupuesto también olvida a los agroexportadores, como prácticamente elimina los apoyos para las grandes producciones. De esta manera, la autosuficiencia alimentaria quedará más lejos.
Fuente: Tribuna