Ciudad de México.- Este sábado se registró un terremoto en Filipinas, por lo que se activó la alerta de Tsunami, en la cual, de manera afortunada, no se espera la generación de variaciones del nivel del mar en las costas de México por la ubicación del epicentro. Sin embargo, muchos se preguntan sobre las posibilidades de que un fenómeno como este golpee las costas de México, se sorprenderán al darse cuenta que son más recurrentes de lo que se creía.
Más de 26 tsunamis han azotado México, el más famoso de ellos fue el registrado el 19 de septiembre de 1985, el cual fue consecuencia de un sismo de magnitud 8.1 en las costas de Michoacán. De acuerdo con la información proporcionada por el Gobierno de México, el Tsunami se pudo observar en Lázaro Cárdenas y Playa Azul, en Michoacán; Ixtapa-Zihuatanejo y Acapulco, en Guerrero; y Manzanillo, Colima.
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En aquella ocasión el oleaje y la fuerza del mar se adentraron a la entidad, las olas llegaron al Río Balsas e inundaron la zona portuaria de Lázaro Cárdenas. Asimismo, el agua solo necesitó de 18 minutos para llegar al segundo puente de la ciudad, el cual se ubicaba a ocho kilómetros de la boca del río. En el caso de Lázaro Cárdenas, las olas alcanzaron alturas de 2.5 m y en Zihuatanejo, alcanzaron alturas de hasta 3 m, inundando restaurantes y hoteles.
Aquel fatídico día para México tuvo otro segundo golpe, ya que el 20 de septiembre tuvo lugar una réplica con magnitud 7.5, que causó otro un tsunami que se registró en la estación mareográfica de Acapulco, en donde las olas alcanzaron 1.20 m de altura. Sin embargo, ese no ha sido el Tsunami más poderoso en golpear al país, de acuerdo con un reporte de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el más grande fue en 1787.
En ese momento se registró un terremoto de 8.6 grados en las costas de Guerrero y Oaxaca. Sin embargo, no se presentó más información sobre el tema. Los tsunamis son fenómenos naturales que se originan por terremotos o por sismos menores, cuando dos placas en el fondo del mar convergen y una empuja a la otra se da una fricción y se comprime la energía, después la placa superior se desliza abruptamente, libera energía y esto causa que el mar se eleve y genere el tsunami.
Fuente: Tribuna, UNAM Global