Ciudad de México. - Cada año, cuando septiembre llega, muchos mexicanos no pueden evitar sentir un nudo en el estómago, esperando con temor el próximo sismo. Esta ansiedad no es infundada; después de todo, el 19 de septiembre de 1985 y el de 2017 son fechas que marcaron la historia del país con terremotos devastadores que dejaron cicatrices profundas en la memoria colectiva. Sin embargo, ¿es cierto que septiembre tiembla más? La respuesta, según la ciencia, es clara: no.
Es de suma importancia aclarar desde el principio que los sismos no se pueden predecir. Aunque pueda parecer que septiembre es un mes especialmente sísmico, esto no es más que una percepción influenciada por eventos trágicos ocurridos en esta fecha. Los especialistas del Servicio Sismológico Nacional y del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han desmentido categóricamente esta creencia.
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Es bien sabido que México es un país ubicado en una de las zonas sísmicamente más activas del mundo, ya que se encuentra sobre cinco placas tectónicas: la placa de Cocos, la placa del Pacífico, la placa Norteamericana, la placa del Caribe y la placa de Rivera. La interacción de estas placas genera sismos de manera frecuente y, a veces, de gran magnitud. Pero estos movimientos no son exclusivos de septiembre; ocurren en cualquier época del año.
Por su parte, Luis Quintanar Robles, investigador del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica, explicó que "los sismos se originan en el interior de la Tierra y nada tienen que ver con fenómenos atmosféricos". Es decir, no existe una correlación entre los sismos y la estación del año, la temperatura, o cualquier otro fenómeno relacionado con el clima.
Entonces, ¿por qué la percepción de que septiembre es un mes más sísmico? La respuesta radica en la memoria colectiva y el impacto emocional. Los eventos de 1985 y 2017 fueron tan devastadores que han creado una asociación mental entre el mes de septiembre y los sismos. Sin embargo, esta percepción no se sostiene en la evidencia científica.
La ciencia, aunque no puede predecir cuándo y dónde ocurrirá un sismo, sí permite identificar las zonas más riesgosas y aquellas donde se ha acumulado energía sísmica, lo que podría indicar la posibilidad de un evento futuro. Es en estas áreas donde se debe prestar mayor atención y tomar medidas preventivas, pero sin caer en el error de creer que un mes en particular es más peligroso que otros.
En resumen, los sismos son fenómenos naturales que ocurren debido a la dinámica interna de nuestro planeta, y no a causas externas o estacionales. Es hora de desmitificar la idea de que septiembre es un mes particularmente sísmico y entender que lo que sentimos es el peso de la historia y la memoria colectiva, no un patrón que la ciencia respalde.
Fuente: Tribuna