Monterrey, Nuevo León.- Si bien, el cielo siempre ha estado encima de nuestra cabeza, lo que ha permitido que la gente se acostumbre a éste, la realidad es que siempre puede llegar a sorprender con esplendorosos espectáculos visuales. Ya sea una lluvia de estrellas, un eclipse (lunar o solar) e incluso podríamos hablar de cosas tan regulares como un atardecer, amanecer o la propia Luna Llena de octubre.
Sin embargo, existen ocasiones en las que el cielo puede dar shows inesperados, que además de maravillar a la gente, también las puede poner un poco nerviosa. Un ejemplo de ello es el ocurrido durante la noche del pasado martes 24 de septiembre, cuando una extraña luz recorrió el cielo de Monterrey y parte de Tamaulipas, misma que fue captada gracias a los miles de celulares y cámaras de seguridad que hay en la mencionada zona.
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Si bien, mucha gente pudo haberse preocupado e incluso hubo quienes dijeron que lo vieron atravesar el cielo a corta distancia del piso, la realidad es que tiene una explicación científica y nada peligrosa. Una de las principales personas que explicó este fenómeno, fue el divulgador científico y astronómico, Pablo Lonnie Pacheco, quien explicó que la luz que se pudo apreciar no era otra cosa que un bólido, cosa distinta a un meteorito.
Según lo dicho por Pacheco, para el Teleadiario Matutino con Josué Becerra, , un bólido es un meteoro gigante en forma de bola de fuego que puede dejar un astro luminoso en el cielo y aunque suene algo impactante, la realidad es que no representa ningún peligro para la Tierra, puesto conforme va bajando en la atmósfera, va disminuyendo su tamaño hasta volverse un objeto que no dañaría a una población entera.
Según el experto, el bólido pasó a un altura de 150 kilómetros, es decir, estaba muy lejos del piso, por lo que no podría dañar a nadie: “Ya para cuando llegue a una altura de 80, 60 o 50 kilómetros, ya disminuyó mucho su velocidad y si acaso sobrevivió algún fragmento, típicamente son escombros pequeños que de golpear a una persona sí le podrían hacer un daño, pero podría caer sobre una casa, un terreno, sin daño mayor. Pasando estos fragmentos a una velocidad de 300 kilómetros por hora que es bastante, pero no como para producir un daño a una propiedad o a una ciudad grande; si cae en un coche pues sí le va a romper un vidrio”, externo.
Fuentes: Tribuna