Ciudad de México.- Este 14 de febrero se celebra San Valentín, es decir el día de los enamorados o como se le conoce coloquialmente en México, el Día del Amor y de la Amistad. Aunque todo podría indicar que esta fecha se encuentra colocada de manera estratégica para incentivar el consumo agresivo desde Navidad hasta este mes, la realidad es que cuenta con un origen que se encuentra ubicado más allá de las compras masivas de estas fechas.
La temporada exacta en la que se celebró San Valentín no ha podido ser deducida de manera oficial por los historiadores; sin embargo, hay quienes consideran que el día de los enamorados podría tener sus orígenes en la antigua Roma, más precisamente en las fiestas lupercales, también conocidas como lupercalia. Constaba de que los acólitos se reunían en una cueva sagrada, sacrificaban a una cabra y los niños golpeaban a las mujeres con piel de animales para promover la fertilidad.
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Otros teóricos apuntan a que San Valentín surgió de las fiestas romanas conocidas como Juno Februata, dicha fiesta estaba dedicada a la diosa Juno (equivalente romano de Hera para los griegos, la diosa del matrimonio). Dicha celebración consistía en que los hombres debían elegir el nombre de sus parejas mediante un sorteo, ya que tenían que extraer el nombre de una caja de papel. Esto era para incentivar la actividad sexual, pero de manera curiosa se formaban matrimonios duraderos luego de ello.
La versión más conocida por todos del origen de San Valentín
La leyenda de San Valentín también proviene de Roma, pero del siglo III, momento en el que cristianismo comenzaba a surgir en el famoso imperio. En aquel entonces, el emperador Claudio II el Gótico emitió una ley que prohibía a los jóvenes contraer nupcias, para que éstos pudieran ir a la guerra sin tener algún inconveniente; pero un sacerdote llamado Valentín se opuso a esta iniciativa y casaba a escondidas a los jóvenes enamorados.
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En algún momento, Valentín fue descubierto y confinado a vivir en una mazmorra, no sin antes ser retado por el carcelero a darle la vista a su hija Julia, quien nació ciega, hecho que el sacerdote aceptó. La joven volvió a ver, pero el clérigo no salió de prisión, muriendo así el 14 de febrero del año 269 tras ser lapidado y decapitado. Algunas versiones del relato indican que el hombre de fe se enamoró de la chica que había ayudado y antes de ser asesinado le envió una nota en la que firmaba como “De tu Valentín”, lo que da sentido a la tradición anglosajona en la que se le pide a alguien que sea “su Valentín” .
Y tú, ¿ya te sabías esta historia?
Fuentes: Tribuna