Ciudad de México.- La obesidad se ha convertido en una de las mayores amenazas para la salud pública del siglo XXI. Si bien durante años se culpó al sedentarismo y a la falta de actividad física como principales causantes, estudios recientes apuntan a un nuevo villano silencioso: El consumo masivo de alimentos ultraprocesados.
De acuerdo a la con la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde 1975, la obesidad se ha triplicado en todo el mundo. En 2024, más de mil millones de personas vivían con obesidad, incluidos 159 millones de niños y adolescentes. Este crecimiento exponencial no puede explicarse únicamente por la falta de ejercicio o los cambios en el estilo de vida. La clave, según nutricionistas, epidemiólogos y expertos en salud pública, está en el acceso cada vez más fácil, económico y generalizado a productos ultraprocesados.
Estos alimentos están diseñados para ser altamente sabrosos, convenientes y duraderos, pero son pobres en nutrientes y ricos en azúcares, grasas trans y sodio. Los productos ultraprocesados son aquellos que han sido sometidos a múltiples procesos industriales y contienen ingredientes poco usados en la cocina tradicional, como colorantes, saborizantes, conservadores y aditivos artificiales.
Ejemplos comunes incluyen:
- Refrescos y bebidas azucaradas.
- Snacks empaquetados (papas, galletas, barras energéticas).
- Comidas instantáneas y congeladas.
- Pan industrial y productos de bollería.
- Embutidos y carnes procesadas.
Un informe de 'The Lancet Public Health' indica que por cada aumento del 10 por ciento en el consumo de alimentos ultraprocesados, se incrementa hasta un 18 por ciento el riesgo de obesidad. Uno de los factores más preocupantes es la manera en que estas comidas se comercializan. La publicidad agresiva dirigida a niños y adolescentes, combinada con precios bajos y distribución masiva, ha normalizado su consumo desde edades tempranas.
"En muchas regiones del mundo, especialmente en zonas urbanas y de bajos recursos, los productos ultraprocesados no solo son más accesibles, sino que en ocasiones son más baratos que los alimentos frescos", señala la Doctora Carmen Ledesma, experta en nutrición pública.
Mientras que los países desarrollados llevan décadas enfrentando esta epidemia, los países en desarrollo ahora viven un aumento alarmante de obesidad, tanto en zonas urbanas como rurales. La globalización de las cadenas de suministro, el cambio en los hábitos alimenticios y la falta de regulación contribuyen a esta tendencia. Según datos de la FAO, América Latina y el Caribe están viendo un rápido incremento en las tasas de sobrepeso infantil, coincidiendo con el aumento del consumo de productos ultraprocesados en la región.
¿Qué se puede hacer?
- Implementar políticas públicas que limiten la publicidad de estos productos, especialmente hacía menores.
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Gravar con impuestos los alimentos ultraprocesados, como se ha hecho con las bebidas azucaradas.
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Fomentar la educación alimentaria desde etapas tempranas.
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Incentivar el consumo de alimentos frescos, locales y mínimamente procesados.
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Exigir un etiquetado claro y visible sobre el contenido nutricional y los riesgos de salud.
La lucha contra la obesidad no puede centrarse únicamente en contar calorías o promover la actividad física. El verdadero enemigo es más complejo y está profundamente arraigado en el sistema alimentario global. Mientras los productos ultraprocesados sigan dominando las estanterías de supermercados y las mesas de millones de familias, revertir la epidemia mundial de obesidad seguirá siendo un desafío monumental.
Fuente: Tribuna del Yaqui
