Hermosillo, Sonora.- A pesar de que hay muchas opciones de leche pasteurizada en el mercado, la ordeña o extracción de leche de vaca, es una actividad que aún se sigue realizando por algunos ganaderos hermosillenses, pues la demanda, aunque es poca, sigue existiendo.
Por la carretera 26, pasando el 'corralón' ubicado en el kilómetro 7.5, a la altura de los ejidos la Yesca y Villa de Seris, se pueden observar sobre el camino algunas salas de ordeño, cuyos dueños realizan la extracción entre seis y siete de la mañana.
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Algunos productores están haciendo uso de las redes sociales para anunciarse y comercializar la leche bronca, ofreciéndola al público entre los 15 y 20 pesos el litro y 120 pesos el galón con servicio a domicilio, acciones que les han servido para darle impulso a su negocio.
Existen mitos sobre si la leche bronca es mala o buena para el consumo humano, en este sentido, académicos de la Coordinación de Tecnología de Alimentos de Origen Animal del CIAD, señalaron que esto dependerá de las buenas prácticas de higiene, producción y preparación del producto.
Aarón González Córdova, Lilia Beltrán Barrientos y Belinda Vallejo Galland detallaron que la calidad e inocuidad de la leche se ve directamente afectada por diversos factores, entre ellos, las prácticas de higiene en el ordeño, su manipulación posterior, almacenamiento y traslado.
Destacaron que una mala práctica en cualquiera de los procesos puede contaminar con algunos microorganismos que pudieran causar infecciones gastrointestinales, por lo que lo ideal sería someterse a un tratamiento de calor, conocido como pasteurización.
En este sentido, la recomendación general es que la leche bronca se hierva al menos por treinta minutos antes de ingerirse; sin embargo, si una persona decide consumir leche bronca directamente, lo más recomendable es asegurarse de que quien la comercializa ofrezca garantías de inocuidad en su producción”, dijo.
Por último, destacaron que se requiere de un trabajo multidisciplinario para implementar programas que contribuyan a la apropiación social del conocimiento para que los productores puedan establecer e implementar buenas prácticas de higiene.
Fuente: TRIBUNA