Ciudad Obregón, Sonora.- Como si las hubiese dicho ayer, las palabras de Abel Murrieta resuenan en el templo de la historia: sus ideas perviven por aquellos a los que convenció, por los que hizo reflexionar y por aquellos a los que alertó.
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En la última entrevista que concedió, un par de días antes de su cobarde asesinato, Murrieta, entonces candidato a la presidencia municipal de Cajeme, dejó varias reflexiones que, a un año, siguen vigentes y representan el análisis concienzudo de quien supo tener la virtud del vaticinio.
Recuperamos la entrevista para decir alto y claro: Abel, tenías razón. Tenías razón en expresar preocupación por las condiciones del municipio, tenías razón en señalar con precisión que el problema que habría que erradicar era la corrupción en el entramado político y social.
No dejo de reconocer que la mayor parte de la gente en este momento está totalmente desconfiada, esta incrédula, no tiene confianza en ningún proyecto propiamente", argumentaba entonces, pero como si hablara del presente, donde la ciudadanía si en algo vive es en la zozobra.
La seguridad
Si había un tema que le apasionaba era la seguridad; como exfiscal general del estado, Murrieta no sólo desarrolló un proyecto que dio resultados tangibles, sino que dejó precedentes por un modelo que siempre se sometía a mediciones, porque “lo que no se mide, no sirve", dijera.
Hasta donde está permeando esta situación de inseguridad, hasta dónde tenemos miedo las personas en Cajeme y vemos con tristeza que la realidad es muy violenta, que esto nos rebasa por completo", explicaba encendido, y puntilloso, afirmaba que los eufemismos de las autoridades al hablar de las masacres cotidianas, no daban más que vergüenza.
Por ejemplo cuando hablan de testigos colaterales, pues yo de frente les digo que (en realidad) son víctimas inocentes, no son víctimas colaterales: tienen miedo de decir que ellos como autoridad fallaron y que está muriendo gente inocente”.
Sus argumentos, duros y puntuales, se basaban en posicionarse como un sonorense de cepa, como un hombre cuya vida está ligada a su ciudad, a la cual quiso y respetó hasta el último aliento.
Soy de Obregón de siempre, toda mi vida la he desarrollado aquí; aquí están mis hermanos, mi familia y mis amigos, y entonces es ahí donde sé que tengo qué hacer las cosas, que mi compromiso es con nuestra gente”.
Los recuerdos
Ricardo Bours y Eduardo “Lalo” Flores fueron dos de las personas más cercanas a Abel, con quien no sólo compartieron una amistad, sino también propósitos e ideales.
Hoy lo recuerdan con cariño, pero también con la determinación de seguir su ejemplo y recordar aquellas enseñanzas que, a través de los hechos, como solía, les dejó.
No estuviera así Cajeme, no estuviera así el estado si hubiera más gente como Abel, estoy seguro; le tenían miedo, le tenían miedo porque Abel no se tentaba el corazón para hacer el bien, para hacer las cosas bien", detalla Bours, una idea en la que Flores coincide.
Era un hombre de una sola pieza, recto y honorable, con una inteligencia de alabarse (…) pero sobre todo era un extraordinario amigo y ciudadano que quería hacer las cosas bien”.
Otro de sus cercanos, Adrián LeBarón recordó a su abogado y amigo, con quien compartió toda una lucha, todo el movimiento contra el sistema judicial y de quien “aprendí mucho, del trabajo, pero también de la vida; estuvo con nosotros y nos aconsejó, siempre estuvo ahí con esa lealtad total”.
Fuente: TRIBUNA