Ciudad de México.- El cine de oro mexicano fue una etapa importante en el país, dado a que regularmente se producían filmes que tenían gran éxito en el país, siendo la cuna de varias estrellas de gran renombre como es el caso de Silvia Pinal, Marga López, Pedro Infante, Joaquín Pardavé, Ignacio López Tarso, entre muchos otros, lamentablemente la gran mayoría ya falleció aunque no todos encontraron un final precisamente pacífico e indoloro.
Tal fue el caso de Fernando Soto 'El Mantequilla', quien fue uno de los comediantes más queridos y recordados de la época de oro del cine mexicano. Su gracia, simpatía y talento lo hicieron destacar en más de 200 películas, donde compartió escena con grandes figuras como Pedro Infante, Jorge Negrete, Cantinflas, Fernando Soler, Meche Barba, David Silva, Luis Aguilar, María Antonieta Pons y Luis Buñuel.
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Su carrera artística comenzó desde muy joven, siguiendo los pasos de su padre, Roberto Soto 'El Panzón', quien también fue un actor cómico de gran fama. Su madre, Socorro Astol, fue cantante de zarzuela y actriz. Fernando Soto nació en Puebla el 15 de abril de 1911 y desde niño mostró su vocación por el teatro y la música. Su apodo de 'Mantequilla' se lo puso su padre, quien lo presentaba en las carpas como "el hijo del Panzón que se derrite con el calor".
Al principio, Fernando Soto cantaba temas sentimentales, pero pronto descubrió que su fuerte era la comedia y el humor blanco. Su primera película fue Ni sangre ni arena, en 1944, junto a Cantinflas. A partir de entonces, su carrera despegó y participó en numerosas cintas que se convirtieron en clásicos del cine nacional, como Los tres huastecos, Los tres García, Pepe el Toro, Ustedes los ricos, La hija del engaño y La ilusión viaja en tranvía. Su personaje era el de un hombre sencillo, ingenuo y bonachón, que contrastaba con el héroe galán o valiente.
Su popularidad lo llevó también a la televisión y al teatro, donde actuó en obras como La pastorela, Los cuervos están de luto y El diluvio que viene. Fue uno de los actores que inauguró el Teatro Blanquita en 1950 y que recibió un premio Ariel por su actuación en Campeón sin corona en 1946. Sin embargo, su vida no fue tan feliz como sus películas. Fernando Soto sufrió de diabetes que lo llevó a padecer graves problemas de salud.
De acuerdo con algunos informes, Soto habría desarrollado dicha enfermedad en el año 1970, debido a su ajetreado estilo de vida, y aunque esta enfermedad en sí misma podría sobrellevarse fácilmente, Fernando no la trató como era debido, por lo que no tardó en presentar duras consecuencias como fue el caso de una completa ceguera, así como también perdió la movilidad de su brazo, lo que lo llevó a perder la vida el 11 de mayo de 1980 por un coma diabético, falleció a los 69 años.
Fuentes: Tribuna