VENOM: THE LAST DANCE

Reseña: 'Venom: The Last Dance': Un final desenfadado para una trilogía caótica

Esta es la reseña sobre la última película de 'Venom', la cual se mantiene fiel a las dos entregas anteriores que te hará pasar un buen rato

'Venom: The Last Dance': Un final desenfadado para una trilogía caóticaCréditos: Internet
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Los Ángeles, California. - La trilogía de Venom culmina con Venom: The Last Dance, una entrega que mantiene el tono absurdo y desenfadado de sus predecesoras, ofreciendo más risas que profundidad, y consolidando la dinámica entre Eddie Brock y su simbionte alienígena. La película, dirigida por Kelly Marcel, ofrece un cierre que encantará a los fans del estilo ligero y caótico que ha caracterizado a la franquicia, aunque sigue dejando de lado algunas oportunidades narrativas más serias. 

En esta entrega, Marcel asume el rol de directora tras haber trabajado como guionista y productora en las películas anteriores. La historia intenta separarse del universo de Spider-Man e introduce al villano Knull, el “dios del vacío”, interpretado por un irreconocible Andy Serkis. En un prólogo, Knull busca vengarse de sus “hijos” simbiontes, enviando a criaturas conocidas como xenófagos para cazar al poseedor de un artefacto clave: el Códice, que, sin sorpresas, está en posesión de Venom

Pero ahora bien, la historia comienza con Eddie Brock (Tom Hardy) y Venom en un bar en México, celebrando su victoria sobre Carnage, el simbionte de Cletus Kasady (Woody Harrelson) en la entrega anterior. Sin embargo, su enfrentamiento ha llamado la atención de Knull, quien envía a sus criaturas a la Tierra para recuperar el Códice. 

Entre peleas en bares y referencias cómicas, como un momento en el que Venom imita a Tom Cruise en Cocktail al ritmo de Tequila, la película navega en un tono ligero que prioriza las bromas sobre la seriedad. La química entre Eddie y Venom sigue siendo el corazón de la trama, con su extraña relación casi matrimonial, llena de momentos cómicos y tensiones absurdas. 

Además, la acción los lleva al desierto de Nevada, donde terminan cerca del Área 51, un sitio desmantelado donde el gobierno experimentaba con extraterrestres. Allí se introducen personajes secundarios interpretados por Chiwetel Ejiofor (como Rex Strickland, jefe de las Fuerzas Especiales) y Juno Temple (como la científica obsesionada con simbiontes, Dr. Payne). Sin embargo, estos personajes apenas logran destacar en una historia que rápidamente se llena de caos cuando los xenófagos atacan. 

Los simbiontes atrapados en las instalaciones encuentran nuevos huéspedes entre los científicos, dando lugar a transformaciones espectaculares, aunque poco memorables. Solo Sadie (Clark Backo), colega del Dr. Payne, tiene un momento destacable al desatar su furia simbionte. 

A medida que la historia avanza, la cinta alterna entre momentos de acción frenética y escenas de comedia desenfadada. Desde un enfrentamiento en una máquina tragamonedas en Las Vegas hasta una secuencia musical con Venom y la Sra. Chen (Peggy Lu) bailando Dancing Queen de ABBA, la película refuerza su tono ligero. Sin embargo, también deja espacio para momentos más tiernos que insinúan una separación inevitable entre Eddie y Venom, explorando la naturaleza simbiótica de su relación. 

En una de las secuencias más emocionantes, Eddie y Venom son perseguidos por el equipo SWAT por unos rápidos de aguas bravas, lo que ofrece una dosis de adrenalina en medio del caos. Sin embargo, la falta de un villano claramente definido más allá de los xenófagos y Knull resta impacto a la trama, haciendo que la acción se sienta en ocasiones desordenada. 

En fin, el cierre de la trilogía no busca reinventar la fórmula, sino que ofrece más de lo mismo para quienes disfrutaron las dos entregas anteriores. La relación entre Eddie y Venom es el eje central, y la película logra mantener el equilibrio entre humor, caos y ternura. Aunque se siente la ausencia de Anne (Michelle Williams), el amor perdido de Eddie, el vínculo entre anfitrión e invitado llega a una conclusión que probablemente deje satisfechos a los seguidores de la saga. 

Venom: The Last Dance es, en esencia, un desenlace fiel al tono que ha definido la franquicia desde su inicio: una mezcla de comedia y acción que no se toma demasiado en serio. La película culmina en un abrazo entre el caos y la ligereza, reafirmando que, al final, la verdadera historia es la amistad extraña y entrañable entre Eddie y su simbionte alienígena. 

En conclusión, Venom: The Last Dance es una divertida despedida para aquellos que han disfrutado de la trilogía, aunque ofrece pocas sorpresas para los nuevos espectadores. Con momentos cómicos y secuencias de acción entretenidas, la película cumple su propósito sin aspirar a ser algo más profundo. 

Si bien Kelly Marcel muestra algunas limitaciones como directora en su primer largometraje, logra mantener el espíritu irreverente que ha caracterizado a Venom. Los efectos especiales y las transformaciones de los simbiontes continúan siendo un punto fuerte, y la química entre Tom Hardy y su alter ego alienígena sigue siendo el mayor atractivo de la franquicia. 

Para los fans, esta película es un adiós cariñoso. Para el resto, puede ser solo otro episodio en el universo de personajes extravagantes que navegan entre lo absurdo y lo entrañable. 

Ficha técnica 

Fecha de estreno: 25 de octubre 

Reparto: Tom Hardy, Chiwetel Ejiofor, Juno Temple, Rhys Ifans, Stephen Graham, Peggy Lu, Clark Backo, Alanna Ubach 

Director y guionista: Kelly Marcel 

Duración: 1 hora 49 minutos 

Clasificación: PG-13 

Fuente: Tribuna