Los Ángeles, California. - El primer largometraje de Thibault Emin, titulado Else, se estrenó recientemente en el Festival Internacional de Cine de Toronto, sorprendiendo a la audiencia con su fusión de romance, horror y ciencia ficción. La película narra la historia de Anx y Cass, una pareja en ciernes que se enfrenta a una amenaza externa que desafía la percepción de la realidad y la naturaleza del ser.
Desde el principio, Else parece una comedia romántica poco convencional. La trama se desarrolla principalmente en el apartamento de Anx (interpretado por Matthieu Sampeur), un hombre ansioso y reservado cuya vida se ve sacudida cuando conoce a Cass (Édith Proust), una mujer extrovertida y desenfadada. Sus interacciones comienzan con toques de humor absurdo, como un episodio en el que Cass arroja un higo a medio comer al suelo, horrorizando a su meticuloso compañero. Pero lo que parece un intento de comedia ligera pronto se desvía hacia un territorio mucho más oscuro y desorientador.
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El giro comienza cuando Anx observa un inquietante detalle en una fotografía de la fiesta donde conoció a Cass: un hombre aparece con extrañas ronchas en la mano. Poco después, las noticias anuncian la aparición de una extraña enfermedad que hace que las personas se fusionen con su entorno, integrándose con cualquier objeto o superficie a su alrededor. Con el mundo exterior transformándose en una masa amorfa de personas y objetos, Anx y Cass se ven forzados a aislarse en el departamento, atrapados entre su deseo de intimidad y el creciente temor a lo que acecha más allá de sus paredes.
La enfermedad que se extiende en Else es más que una simple amenaza física; es una alegoría sobre la pérdida de la individualidad y el peligro de mezclarse con el otro de manera literal y metafórica. Emin aprovecha esta premisa para construir una atmósfera claustrofóbica que explora las dinámicas de pareja, los límites del espacio personal y el terror de perder el control sobre uno mismo. Hay que señalar que la amenaza que se cierne sobre los protagonistas se presenta como una fusión de lo onírico y lo grotesco, haciendo que la línea entre la realidad y la ficción se desvanezca.
El director de fotografía, Léo Lefèvre, es uno de los grandes aciertos de la cinta, ya que captura la extrañeza de cada escena con una estética alienante y cautivadora. El uso de imágenes en blanco y negro durante las secuencias de horror recuerda a los clásicos del cine mudo, con una textura que evoca a los trabajos de Georges Méliès y Robert Wiene. Mientras Anx y Cass intentan evadir la presencia de una masa deforme y esponjosa que acecha fuera de su refugio, la cámara de Lefèvre resalta la plasticidad de su entorno, haciendo que los objetos y las superficies parezcan dotados de vida propia.
A medida que Else avanza, la trama da saltos entre géneros con una fluidez que puede resultar desconcertante para algunos. Lo que empieza como una comedia de enredos se transforma en un thriller psicológico y, finalmente, en una sombría reflexión filosófica sobre la identidad y la evolución. Emin introduce elementos surrealistas y grotescos, como la aparición de un monstruo de roca que ataca a Cass y la inclusión de una fábula sobre el pez pulmonado y la evolución, dotando al filme de un tono lúdico pero a la vez inquietante.
Aunque esta amalgama de géneros y estilos puede poner a prueba la paciencia de los espectadores, Else logra mantener su cohesión gracias a la destreza visual de Emin y a las interpretaciones de Sampeur y Proust, quienes logran transmitir la desesperación y el desconcierto de sus personajes atrapados en un universo cada vez más hostil.
En definitiva, Else es una obra que no se conforma con encasillarse en un solo género. Es tanto una fábula pandémica que refleja el encierro y la alienación como un ensayo filosófico sobre el deseo de fundirse con el otro, y las peligrosas implicaciones que esto conlleva. Emin nos ofrece una película que desafía las expectativas y se arriesga a explorar nuevas formas de contar historias, construyendo una experiencia cinematográfica tan perturbadora como fascinante.
Fuente: Tribuna