Los Ángeles, California. - Johnny Depp vuelve a sentarse en la silla del director por primera vez desde The Brave (1997), con Modi, Tres días en el ala de la locura, una película biográfica sobre el pintor y escultor italiano Amedeo Modigliani. Este regreso llega después de más de 25 años, cuando su experiencia en Cannes fue, según reportes, una decepción significativa. Aunque Depp se ha mantenido en la cúspide de la fama por su actuación, su carrera también ha estado marcada por controversias, especialmente su batalla legal con su exesposa Amber Heard. En este nuevo proyecto, Depp parece encontrar paralelismos entre su vida y la de Modigliani, ambos conocidos por su talento, pero también por su relación con los excesos.
Hay que decir que el proyecto de Modi inicialmente estaba destinado a ser dirigido por Al Pacino, amigo y antiguo coprotagonista de Depp en Donnie Brasco. Sin embargo, Pacino, quien aparece en un papel secundario como el coleccionista de arte Maurice Gangnat, sugirió a Depp como director. Lo que resulta en un filme que, a pesar de la promesa de escándalos y exceso, termina siendo un esfuerzo tibio y decorativo.
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Ahora bien, a lo largo de 1 hora y 50 minutos, Modi narra tres días intensos en la vida del famoso pintor, centrándose en su caos personal, adicciones y relaciones destructivas. Sin embargo, a pesar del carácter caótico del pintor, el filme no logra transmitir con autenticidad la locura o el desorden creativo que uno podría esperar de un personaje tan extremo. Hay destellos de exceso, como una escena donde Modigliani (interpretado por Riccardo Scamarcio) consume vino mezclado con setas mágicas y hachís, provocando alucinaciones, pero estos momentos son fugaces y carecen del impacto necesario.
Debido a toda esta situación, el resultado es más una pieza de época convencional que un retrato desgarrador del genio torturado. La cinta intenta evocar el estilo de vida bohemio de Modigliani en Montmartre, pero se queda corta, ofreciendo una versión superficial de su vida entre artistas como Maurice Utrillo (Bruno Gouery), Chaim Soutine (Ryan McParland) y el marchante Leopold Zborowski (Stephen Graham). Aunque estos personajes fueron parte fundamental del círculo de Modigliani, el guion los mantiene en gran medida fuera de escena.
Uno de los aspectos más destacados de la película es Beatrice Hastings, interpretada con inteligencia y profundidad por Antonia Desplat. Hastings, crítica de arte, amante y musa de Modigliani, es presentada como una mujer moderna, independiente y decidida a luchar por su propia carrera. Su relación con el artista está plagada de conflictos, pero Hastings aporta una complejidad que falta en otros personajes.
A diferencia de Jeanne Hébuterne, quien más tarde sería la esposa de Modigliani y cuyo suicidio trágico es parte de la historia real, Beatrice tiene una fuerza y modernidad que la hacen más identificable para el público contemporáneo. Desplat brilla en sus escenas, pero lamentablemente su personaje queda relegado a un segundo plano en favor de la narrativa de Modigliani, que se siente más como una recreación genérica de "genio atormentado".
Pero eso no es todo, pues una de las críticas más grandes hacia Modi es que, como muchas películas sobre artistas, evita explorar de manera profunda el oficio y la técnica de Modigliani. El enfoque en las drogas, el se...xo y los excesos le resta importancia a lo que realmente hizo grande al pintor: su arte. Para colmo, el filme ni siquiera muestra obras auténticas de Modigliani, optando por pastiches que, aunque pasables, carecen del impacto visual de los originales.
De hecho, más esfuerzo parece haberse dedicado a la música, con fragmentos de Velvet Underground y Tom Waits sonando a lo largo del filme, lo que sugiere que el verdadero interés de Depp radica más en la estética que en la sustancia.
Modi se presentó en el Festival de San Sebastián con grandes expectativas, pero, en última instancia, se queda corto. A pesar de contar con un elenco talentoso, incluyendo a Al Pacino y Stephen Graham, y una historia que prometía drama y decadencia, el filme no logra profundizar ni en el genio ni en la locura de Amedeo Modigliani. Es más un boceto que un retrato detallado del artista, y aunque tiene momentos intrigantes, en su mayoría se siente como una oportunidad perdida para ofrecer un relato verdaderamente absorbente sobre uno de los personajes más complejos del arte del siglo XX.
Fuente: Tribuna