Roma, Italia.- En medio de la fuerte crisis de salud que enfrenta el Papa Francisco, es momento ideal para recordarlo como el primer argentino que logró llegar al Vaticano, en Italia, tras toda una vida en su natal Argentina. Por este motivo te presentamos la historia del cardenal máximo y cómo fue que se logró convertir en el representante de Dios aquí en la tierra, y que se ha vuelto una de las máximas figuras a respetar por millones alrededor de todo el mundo.
Sin saber el importante camino que le quedaba por delante, los italianos, Mario José Francisco Bergoglio y Regina María Sivori, trajeron al mundo a Jorge Mario Bergoglio, actual Papa, el 17 de diciembre de 1936, en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina. Siendo el primogénito e ir creciendo ante ciertas carencias al ser de una familia de recursos limitados, su abuela lo hizo devotó y le enseñó a rezar y puntualmente lo llevaba al Jardín de Infantes del Instituto Nuestra Señora de la Misericordia, lugar donde recibió su primera comunión.
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Su seno familiar siempre fue estable y unido, por lo que la independización de sus padres comenzó después de haber estudiado en la primaria N° 8 Coronel Pedro Cerviño; el secundario lo hizo en la E.N.E.T. N°27 "Hipólito Yrigoyen", donde obtuvo el título de técnico químico, tras lo que comenzó su camino como sacerdote. El Papa durante su tiempo con su familia y viviendo su vida como si no fuera a ser nadie realmente importante en el mundo, por lo que vivió normal y tranquilo, incluso tuvo equipo de futbol y beisbol.
Siendo todavía un joven con 17 años de edad informó que quería ser sacerdote y pocos meses después comenzó su seminario diocesano de Villa Devoto, que era dirigido en ese tiempo por los sacerdotes jesuitas. Cinco años de estudiar el sacerdocio, el Papa Francisco se unió a la Compañía de Jesús, siendo enviado a Chile para un nuevo noviciado y después los estudios pendientes, como Filosofía y obtuvo la licenciatura en Teología en el Colegio Máximo de San Miguel, además aprendió francés, italiano, alemán, inglés, latín y griego.
Estas experiencias lo hicieron a un ser humano aún más humilde y le ayudó a establecer su compromiso por las minorías y por aquello con recursos limitados. Con 32 años de edad, tuvo una nueva formación espiritual con el que aprendió más de sí mismo y llegó a la paz que deseaba por el momento y se volvió maestro de Novicios en Córdoba. En 1986 fue elegido para ejercer como Director Espiritual y Confesor de la Compañía de Jesús, donde conoció al Monseñor Antonio Quarracino, un arzobispo de Argentina que siempre lo apoyó a cada paso de su carrera en la diócesis.
En 1992, cuando conoció oficialmente a Juan Pablo III, este líder del clero lo nombró como de Auca y Auxiliar de Buenos Aires el 20 de mayo de 1992, lo nombró Obispo titular de Auca y Auxiliar de Buenos Aires, y su ordenación fue presidida por Monseñor Quarracino. Meses después, aún en 1992, lo nombraron como Vicario Episcopal de Flores, el barrio que lo vio crecer. En 1993 tuvo un nuevo nombramiento, que lo acercaba cada vez más al vaticano, como Vicario General de la Arquidiócesis de la Ciudad.
Después de 4 años de haber sido honrado por el Papa Juan Pablo II, una vez más decidió reconocer sus labores y lo nombró Arzobispo Coadjutor. Un año después asumió la asumió la conducción pastoral del Arzobispo Quarracino, un par de años después, en el 2001, se volvió el Cardenal del Papa Juan Pablo II, bajo el título de San Roberto Belarmino. Esto le permitió tener una gran presencia en la Conferencia Episcopal Argentina, consiguiendo que del 2005 al 2011 presidiaria la conferencia.
Este puesto fue clave para su ascenso, ya que en la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano en 2003 fue designado Presidente de la Comisión Redactora del Documento Final realizado en la ciudad de Aparecida, Brasil, donde pudo demostrar que estaba 100 por ciento dedicado a su vocación, demostrando su capacidad de transmitir el pensamiento de la Iglesia Latinoamericana de manera clara y directa.
Por este motivo, cuando el Papa Benedicto XVI decidió retirarse, fue uno de los Arzobispos considerados para ser el nuevo Papa, por lo que el Cónclave durante su reunión para elegir al sucesor de Benedicto, lo eligieron para ser el Papa el 13 de marzo del 2013. En ese momento adoptó el nombre del Papa Francisco y desde su primera aparición ante los feligreses mostró su capacidad de compasión y respeto por Dios y todos, pidiéndoles a los presentes: "Recen por mí".
Fuente: Tribuna del Yaqui